Viene un mundo distinto, aparecen en el espacio social síntomas de una configuración desconocida. Los visionarios apuntan paisajes y situaciones nunca vistos y que son comprensibles. Nuestras categorías no son suficientes, nuestros esquemas conceptuales construyen claridades dudosas, algo no está siendo nombrado. Mientras una parte de la vida refuerza la certidumbre de que algo cambia pero en general todo sigue ahí, otra parte nos produce escalofríos, el mundo ya no es reconocible. Este es el plano base de la paradoja, aunque entendemos y soportamos una relativa incertidumbre, hay algo más, algo que inquieta y seduce, el futuro está abierto y todo es posible, y queremos saber, queremos vincularnos con lo que viene.
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