Ya en el mismo umbral del 2.000, todavía sigue vigente y puede mantenerse, en lo esencial al menos, el concepto de red de transporte o de transmisión de datos, que los manuales dejaron sentado hace ya más de una década: "conjunto de medios dedicados al establecimiento y mantenimiento de la comunicación entre ordenadores" (1). Y refiriéndonos concretamente al campo de la teledocumentación, la red de transporte documental está formada por el conjunto de empresas públicas y privadas que facilitan a los usuarios la posibilidad de acceso a los productores y distribuidores de bases de datos, mediante el soporte de una red de telecomunicaciones, dotada de los puntos de entrada necesarios para realizar la intercomunicación y los intercambios de información que en cada momento se crean necesarios.
De este modo, quedó abierta la entrada «en línea» a las grandes y pequeñas bibliotecas, a los centros de documentación científica, a las universidades y a las instituciones culturales, políticas o profesionales, así como a los laboratorios y empresas. Se habían abierto también, los caminos y puertas para buscar, encontrar y recoger la documentación necesaria para la investigación, así como para establecer el intercambio de la información existente y que en cualquier momento pudiera precisarse.
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