Hoy resulta muy palpable que los educadores somos instados de manera perentoria a dar respuesta a una creciente demanda que exige la elaboración de un pensamiento científico sobre la tecnología y su influencia. Además, en planos como el de su utilización ética, de los valores, de las conductas sociales, hasta el dominio del diseño de materiales educativos, pasando por el conocimiento de las aplicaciones de las nuevas tecnologías en diferentes campos profesionales, parece necesario aportar soluciones pedagógicas.
Uno de los desarrollos de las nuevas tecnologías en sus aplicaciones al campo de la educación se ha centrado en una aproximación de carácter instrumental, lo que ha supuesto una línea continuista con una manera de entender la Tecnología Educativa, muy al uso en los años sesenta y setenta. Esta perspectiva supone concebir el uso de medios en las aulas como soportes técnicos que no tienen una incidencia trascendente en los objetivos finales del trabajo educativo. Una reformulación de este punto de vista nos llevaría a plantearnos la capacitación de los alumnos a un nivel de producción de materiales, a partir del dominio de códigos expresivos y narrativos de los nuevos medios. Esta opción supone fomentar valores como creatividad, autonomía, autoestima, trabajo colaborativo, entre otros. La inclusión en este dominio de códigos específicamente pedagógicos completaría el proceso.
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