Podemos definir una videoconferencia como la interacción en tiempo real entre dos o más participantes remotos que intercambian señales de audio y vídeo (Hendricks y Steer, 1996). Aunque el término es ambiguo, en general lo utilizamos para referirnos a la interacción comunicativa basada en la imagen en movimiento y el sonido de dos o más personas distantes físicamente, pero coincidentes en el tiempo, y que utilizan recursos tecnológicos diversos. Los satélites de comunicaciones, la fibra óptica, las microondas, las redes informáticas, las líneas telefónicas, etc. son canales habitualmente asociados a las videoconferencias. Cámaras y reproductores de vídeo, micrófonos, ordenadores, etc. suelen ser utilizados para producir y codificar la señal de una videoconferencia entre lugares remotos. Sin embargo, en los últimos tiempos y con el advenimiento de las redes informáticas, cada día se habla más de videoconferencia de escritorio: aquella que puede realizarse desde dos ordenadores interconectados por una red telemática, un par de cámaras y micrófonos de bajo coste y el software adecuado. Además, aunque no necesariamente, en la videoconferencia de escritorio pueden utilizarse otras herramientas de apoyo, como pizarras electrónicas, editores de texto de red, entornos de trabajo colaborativo soportado por ordenador (CSCW), clientes World Wide Web sincronizados para visitas guiadas, etc.
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