Desde que el niño acude a la escuela, su libertad queda limitada por la institución. En el patio las reglas son las mismas para todos; un cierto número de alumnos frecuentarán una clase Freinet, pero ellos no estarán menos obligados a someterse a las leyes de la escuela. Y esto no es justo. Así, aunque escalar el muro del recinto de la escuela no me parece ni peligroso ni reprensible, mis alumnos deben de someterse a la regla general que prohíbe esta actividad. Claro que yo podría alzarme contra esa ley absurda... pero prefiero gastar mis energías en unas direcciones más provechosas; puesto que no es bueno estar en permanente oposición con el conjunto de compañeros de trabajo.
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