¿Construcción del conocimiento, eso qué es? Así respondió un adolescente cuando le preguntaron cuál era su papel en el aprendizaje y qué oportunidades tenía de construir su propio conocimiento en la escuela secundaria. Tal vez algún profesor o profesora de la ESO considere ofensiva la respuesta. Sobre todo después de haberse preparado, con denodado esfuerzo, la penúltima convocatoria a la condición de catedrático de bachillerato en la que la doctrina del constructivismo, sin duda, formaba parte esencial de su temario. Sea como fuere, tengo la impresión que los adolescentes tienen muy poco margen para la reelaboración del conocimiento en esta escuela secundaria. Ésta es la tesis que pretendo desarrollar en este artículo. Y ello por tres motivos esenciales: en una sociedad posmoderna inserta en una economía mundializada, globalizada, integrada en redes de comunicación universales, la escuela puede ser incapaz de responder a la diversidad y variedad de necesidades del alumnado, especialmente del adolescente. En segundo lugar, la secundaria como etapa de transición combina procesos de progresión y de regresión que se traducen en desajustes en la organización él aprendizaje convirtiendo en traumático el intento de transitar entre niveles. En tercer lugar, el conocimiento que se oferta generalmente está poco y mal organizado, se vuelve más y más pesado a medida que se avanza en el túnel del bachillerato en donde sólo queda tiempo para repetir, y poco que construir.
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