Este trabajo trata de demostrar como una dislexia que se inicia puede sofocarse en sus inicios pese a tratarse de una dislexia de origen fisiológico, y no producida por traumas afectivos como lo denota su carácter permanente, mientras que las dislexias afectivas se caracterizan por su intermitencia y su improvisación. Remí es un niño que invierte las letras y que al encontrarse con palabras nuevas, palabras leídas pero no escritas todavía, siempre comienza a escribirlas al revés.
Le Bohec estudia sistemáticamente la evolución de algunas palabras que se repiten, como poner a punto la grafía correcta de “pasearse”, que aparece en muchos textos, resulta laborioso. Se han contado 23 formas de escritura diferentes, muy interesantes en su sucesión por operar hipótesis de los procesos perceptivos, cognitivos, en su progresiva diferenciación en los análisis que hace el niño. Pero es sobre todo en el nivel textual de la frase donde se sitúan sus observaciones. “No sé si he demostrado algo en relación a la dislexia o la disgrafía pero creo que resalto el paso del niño por la etapa de la frase modelo”. La preocupación hacia esta referencia es permanente en el niño. Esta versión, aunque siguiendo linealmente al autor del escrito, es libre y aún adaptada con alguna explicación más amplia que tiene en cuenta progresos psicolingüisticos recientes.
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