La distinción tradicional entre educación formal e informal ha sido superada en la actualidad ya que esta terminología incorpora connotaciones negativas que sitúan en un plano secundario la educación no escolar, y perpetúan una tradición de significados peyorativos para este tipo de iniciativas (Caride, 2004, Ortega 2005). Por el contrario se aboga por utilizar denominaciones positivas y más concretas que identifiquen el tipo de educación al que se hace referencia como educación social, educación comunitaria, educación familiar, etc. dentro de una visión globalizadora de la educación que toma como referencia el concepto de educación a lo largo de toda la vida que integra las distintas acciones educativas sin que su carácter escolar o no escolar, con distintos grados de formalidad sea un aspecto positivo.
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