Cuando Aristóteles utilizó el símil de la bellota y el roble, hace ya mas de veinte siglos, jamás imaginaríamos que en los albores del siglo veintiuno tendría vigencia la profecía del sabio griego. Más allá de los estériles debates sobre la tecnofilia y la tecnofobia, pues las tecnologías de la información y de la comunicación han llegado para no marcharse, queremos hacer una apuesta por las posibilidades de aunar las fuerzas positivas de lo presencial y lo virtual. Aquella bellota que señaló Aristóteles fue luego un roble. Del virtus inicial del latín, que significa fuerza, energía, que luego Platón difundiría como virtud, se pasa al período del latín escolástico, que se denominaría virtualis como lo potencial, y que Aristóteles desarrollará como potencia para hacer el acto, utilizando el símil de la bellota y el roble., la bellota potencia, que será el futuro roble. Nos permitiremos la siguiente digresión que ilustra el concepto. El término virtus está estrechamente ligado al término vir (en latín, hombre, varón). Para los romanos la virtus era la cualidad del “hombre” por antonomasia e incluía las ideas de “honestidad”, “rectitud”, “entrega” y “valentía”. La persona demuestra a través de sus actos poseer o no esta cualidad que se acerca mucho a los ideales de la doctrina estoica.
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