La sociedad necesita garantizar la enseñanza y la transmisión de la civilidad para formar sujetos con autorregulación y autocontrol pero, aún así, favorecer que niños y adolescentes queden al amparo de la toma de ciertas decisiones para las que aún no están en condiciones de hacerse responsables. Enseñar es tocar una vida para siempre. Los maestros tienen un potencial poderoso para llevar adelante acciones que ayuden a sus alumnos a lograr una vida mejor. Los niños deben sentir que los límites se establecen para su propio interés y no sólo para las necesidades de los adultos, sólo así, entonces, ellos le parecerán razonables
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