Resulta tópico repetir que el mundo en el que vivimos no es igual desde los atentados del I I de Septiembre, pero como educadoras nos preguntamos qué podemos hacer desde el terreno educativo para intervenir en esta compleja situación. Desde el ámbito de la escuela primaria consideramos que debemos contribuir a crear una cultura de la infancia que no esté descontextualizada del contexto político, económico, religioso y social en el que se desarrolla y del que, indudablemente, recibe influencias. Si partimos de que la violencia es uno de los aprendizajes sociales que comienza a construirse en los Escenarios escolares desde las edades más tempranas, hemos de superar la visión "edulcorada" que en muchos sectores se tiene sobre el contenido y los fines de la educación en las primeras etapas de la escolaridad obligatoria, e intentar situar al alum-
nado de esta edad ante el elenco interminable de cuestiones en torno a la violencia que como sociedad no tenemos aún resueltas. Como señala Concha Sánchez (2000) sería un craso error transmitir a las niñas y niños, desde las edades más tempranas, soluciones simplificadas a actos sobre los cuales tenemos un sin fin de interrogantes y sobre los que debemos seguir discutiendo.
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