Hay varios procesos de cambio, algunos de ellos de carácter estructural, que avalan la amplia oferta de modelos y sistemas de Educación (EaD) y de Formación (FaD) a Distancia, producidos y en curso en los últimos tiempos en nuestra área cultural, económica y política: El rápido desarrollo de los conocimientos, el progreso de los medios tecnológicos al servicio de la información, el acceso de amplias capas de la población a una mayor disposición de tiempo y de bienes culturales, y por último la demanda que se está experimentando en la sociedad europea actual de actualización científica y profesional.
Estas circunstancias y necesidades requieren modelos de enseñanzas flexibles capaces de renovar y transmitir esos conocimientos y técnicas y de dar respuesta al aumento de la demanda educativa. Uno de los medios más idóneos para satisfacer los requerimientos actuales de educación permanente es la enseñanza a distancia, que ha hecho posible superar los condicionamientos espacio-temporales que presenta la educación formal o convencional.
Siguiendo a Keegan (1980), podemos apuntar como notas características de este modelo educativo las siguientes:
· Separación física entre el profesor y el alumno.
· Organización del aprendizaje por medio de una institución educativa.
· Utilización de los medios técnicos para relacionar a profesor y alumnos, y transmitir los contenidos del curso.
· Provisión de medios de comunicación de dos vías que permitan en establecimiento del diálogo entre el profesor y el alumno.
· Posibilidad de establecer encuentros ocasionales con finalidad didáctica o socializadora.
· Establecimiento de un modelo institucionalizado de educación.
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