Escribir sobre la situación crítica de la Argentina actual (principios de febrero del 2002) obliga a tomar algunas precauciones. Es de buen gusto sociológico que el análisis llegue “post festum”, es decir, una vez que los hechos (“la fiesta”) han acontecido. Poco es lo que el analista puede decir en las coyunturas críticas, acerca de los acontecimientos en desarrollo. Es más, todo parece indicar que, más allá de la fraseología periodística que la mayoría de las veces habla de todo pero no explica nada, lo que predomina es el silencio de los representantes.
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