La presente aportación aborda y profundiza en aspectos de la dimensión institucional
que, como realidad organizativa, deben de tener en cuenta los orientadores (y, por
extensión, también los asesores que actúan en los centros educativos) cuando tratan
de apoyar y desarrollar los propósitos y dinámicas de mejora que se dan en los centros
educativos.
Soslayamos una revisión de las estructuras de funcionamiento institucional
(departamentos, equipos, ciclos, etc.), de sus funciones, problemáticas y realizaciones,
sobre todo en lo que afecta a la orientación y tutoría, por entender que son aspectos
conocidos, analizados y objeto de variadas aportaciones Consideramos más necesario
centrarse en el análisis de las dinámicas de cambio y en los factores ligados a ellas,
tratando así de aportar referentes que sirvan a una mejora profunda de nuestras formas
de pensar y de actuar.
Su contenido general alude, en primer lugar, a la actuación del orientador como
agente de cambio, por entender que su intervención no debe ir tanto al mantenimiento
de las situaciones como a impulsar y promover los procesos de cambio que permitan
dar respuesta a la mejora de las situaciones insatisfactorias; en segundo lugar, la
gestión de procesos y del conocimiento como herramientas que pueden contribuir a
conseguir el cambio deseado.
Mejorar los procesos de las organizaciones, sean estas de carácter general o
específicas y centradas en ámbitos concretos (administración, enseñanza-aprendizaje,
relaciones institucionales,…), se impone cuando consideramos que las modificaciones
estructurales favorecen el cambio pero no identifican el cambio real al no afectar a la
eficacia y eficiencia de los procesos de trabajo.
La gestión del conocimiento es uno de los procesos que nos parece fundamental en la
sociedad del conocimiento donde nos situamos. Se trata de conocer, dinamizar y
aprovechar el beneficio colectivo que puede conseguirse de un trabajo colectivo que
parte y considera el capital intelectual de los miembros de la organización.
Por una parte, se trata de proporcionar elementos para que el orientador pueda actuar
como agente de cambio; por otra, se busca aportar elementos relacionados con la
mejora permanente y con la gestión del conocimientos colectivo que se genera en los
centros educativos. Seguiremos en ambos casos las aportaciones realizadas en el
marco del Curso de formación especializada en centros educativos para asesores/as
(Gairín, 2007).
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