Me planteo en esta ponencia conjugar dos conceptos clave: interculturalidad e inclusión
entre la educación (como finalidad, modelo, premisa, camino) y la escuela (como institución
social, organización, puesta en práctica contextualizada).
Cuando la idea general que quiero compartir y desarrollar, veo ante mí un reto, un gran
desafío: ¿hemos ciertamente de hablar de educación intercultural? ¿Qué aporta este adjetivo a la esencia educativa? ¿Es la escuela intercultural una escuela inclusiva? Mi ponencia girará en torno a estas preguntas y a cómo hacer posible este proyecto educativo: cómo desarrollar una educación intercultural y la escuela inclusiva.
La educación intercultural nos lleva a un imaginario de diversidad, culturas, identidad,
intercambio, mínimos compartidos, negociación, diálogo, mestizaje. La escuela inclusiva nos lleva al imaginario de igualdad, derecho a la educación, participación, comunidad.
Podríamos pensar que los adjetivos sobran, que una verdadera educación no necesita
calificativos: moral, cívica, para la paz, la democracia, para el desarrollo. Pero cuando estamos construyendo ese proyecto de futuro, esa utopía que nos orienta en el camino, no me parece mal nombrarla, sentirla, recordarla, para avanzar hacia ella, no para creer que ya estamos instalados en el mejor de los mundos posibles. Quizás poner encima de la mesa la interculturalidad y la inclusión sirva sólo para cuestionar esos adjetivos y debatir y explicitar significados compartidos.
Ya me parece interesante, ya me parece una forma de ir construyendo ese proyecto.
Así pues, yo las nombro y las relaciono porque se refuerzan, se apoyan y juntas me
llevan a imaginarios que vienen de tradiciones paralelas pero que confluyen en discursos y
prácticas indisociables. Juntas nos remiten a los dos grandes ejes que mueven la educación y la escuela: la igualdad y la diversidad. Esa es la fuerza que comparten: la lucha contra la desigualdad y la exclusión, por el respeto a la diversidad, desde la participación crítica y para la transformación socioeducativa. Juntas tienen una radicalidad pedagógica y política que hay que poner en primer plano. Aúnan esfuerzos en pos de un objetivo por el que venimos luchando desde la Modernidad: que la educación esté al alcance de todos y todos podamos desarrollar nuestra identidad y potencialidades al máximo, haciendo de la educación un instrumento de justicia social y de desarrollo.
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