En nuestro agitado presente, sería bueno reconocer que la crisis es también fuente de novedad y creación, que en la declinación de viejas ideas se abonan almácigos de insospechada riqueza. Domingo Faustino Sarmiento lidió por la comunicación entre los individuos y los pueblos y así "conquistar la soledad, la ignorancia y el desorden", desiderátum que sigue en pie. Sin duda, a Sarmiento lo fascinarían los extraordinarios poderes de las comunicaciones modernas y trabajaría con su característica pasión en darles el mejor de los usos posibles; se jugaría por la concentración responsable y el uso reflexivo de los contenidos y mensajes en las nuevas redes, sin arredrarse por la infinitud del horizonte. Él reinsertaría, dentro del afán de la información y el trajín de la comunicación, las virtudes del rastreador de su Facundo : "En llanuras tan dilatadas, en donde las sendas y caminos se cruzan en todas direcciones, y los campos en que pacen o transitan las bestias son abiertos, es preciso saber seguir las huellas de un animal, y distinguirlas de entre mil; conocer si va despacio o ligero, suelto o tirado, cargado o de vacío".
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