La escuela no puede soportar por sí misma una función que pertenece a la sociedad en su conjunto, pero sí puede diseñar estrategias que permitan el desarrollo de la empatía, el conocimiento autónomo y personal, la capacidad de creación, comunicación y resolución no violenta de los conflictos. Es decir, personalizar las relaciones de los miembros del grupo, los objetivos, el curriculum y la organización de la clase para, de este modo, intentar personalizar la sociedad. Responder a la pregunta de cómo construir un mundo mejor a través de la escuela y de la educación en general supone ciertos riesgos y un gran reto. Esta obra trata de dar respuesta a algunas de esas interrogantes y contribuir a clarificar algunos de los retos que la inclusión de la Educación para la Paz como eje transversal puede plantear a los estudiantes, padres y profesores.
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