ESTEREOTIPOS Y VALORES
EN LA PRENSA JUVENIL
Agustín Ciudad González*
A diario observamos la gran importancia que las
revistas juveniles tienen entre nuestras alumnas (y también entre ellos).
Creemos que estas revistas, como parte de la cultura audiovisual de masas,
constituyen un auténtico currículum paralelo, un verdadero libro de texto bien
distinto (y opuesto) al currículum oficial que desarrollamos ingenuamente los
profesores y también al currículum oculto que subliminalmente se desarrolla en
las escuelas. La escuela debe reconocer la legitimidad de la cultura popular si
no quiere quedar marginada de la corriente general de medios de socialización
más poderosos.
Para
el estudio hemos acotado un conjunto de cinco revistas: Nuevo Vale, Bravo,
Superpop, Ragaz- za, You. El criterio usado para la selección es la orientación
expresa de las revistas citadas a este público femenino-adolescente, situado
cronológicamente entre los 12-16 años de edad, tramos de edad que coinciden
con la etapa de Educación Secundaria Obligatoria. Analizaremos los números
correspondientes al primer semestre del 2001. Nuestra metodología se basa en
técnicas cualitativas, superiores epistemológicamente a las cuantitativas. Nos
centraremos en el análisis de contenido de los aspectos visuales y lingüísticos
de los documentos estudiados. Queremos resaltar el uso del análisis visual
(ARNHEIM: 1993), habitualmente olvidado por las metodologías cualitativas en
detrimento de lo lingüístico. Puesto que vivimos en una cultura de la imagen,
es necesario un acercamiento directo a los ¡conos que componen el universo de
mitos y ritos en que se fragua la adolescencia. El objetivo es aproximarse a la
interpretación del universo ¡cónico-simbólico que las empresas de comunicación
ofertan a la adolescencia. Nuestro trabajo deriva indirectamente de los estudios
culturales británicos (McROBBIE, 1998).
Pero
como lo popular es un arma de doble filo, debemos matizar el entusiasmo
culturalista con una perspectiva crítica (tanto pedagógica como sociológica)
que resitúa continuamente toda cuestión en un plano social y económico (intereses
económicos, diferencias de clase, resistencias...) y que defiende una pedagogía
de la emancipación (FREIRE y tantos otros) a través de un currículum ajeno a
imposiciones políticas y directamente engarzado en los intereses y problemas de
los grupos desfavorecidos que desde la implantación de la LOGSE pueblan
nuestras aulas.
I.
Contexto mediático: implosión audiovisual
Se ha
quedado pequeña la calificación de cultura mosaico (MOLES) aplicada a la
cultura audiovisual. Un mosaico se compone de múltiples piezas que componen un
conjunto integrado. La situación actual parece mejor un magma confuso de materiales
indiscernibles a simple vista, pero incluso tras un detallado análisis. Esto
es lo que la teoría posmoderna califica como implosión de los medios de
comunicación y, en este caso, de los géneros de expresión: indefinición total
de límites mediáticos y genéricos (BAUDRILLARD: 1974). La prensa juvenil es
buen ejemplo de esta situación, pues en ella se fusionan numerosos géneros
(subgéneros si se quiere) culturas (culturillas si se quiere) y referencias
sobre soporte impreso: televisión (telenovelas, concursos, magazines...),
cine (comercial desde luego y americano sobre todo), música (popular, claro),
cotilleo propiamente dicho, entrevistas, cartas, relatos, tebeos, dibujos,
fotonovelas, fotografías, publicidad, pósteres, Internet recientemente,
regalos varios (sobre todo abalorios de uso personal), moda, horóscopos,
consultorios, amores, desamores y, al fin, sexo, cada vez más sexo. Todo está
en las revistas, o casi todo, menos la cultura con mayúsculas, la seria, la de
los institutos, la de los mayores, la de los libros, la de antes. Además, nada
de lo que ven y oyen les resulta nuevo: no sólo hermanas mayores y amigas, lo
más interesante es que gran parte del consumo audio visual es compartido por
hijas, madres... y abuelas también. Analfabetas o no, la cultura audiovisual,
sobre todo la televisión, tematiza y unifica sus intereses.
Es
fundamental contemplar el fenómeno desde la perspectiva de la propiedad de las
empresas editoras, que son las siguientes: H. BAUER (Bravo), GRUPO ZETA (You),
GRUPO HERES (Superpop, Nuevo Vale) y HACHETTE FILIPACCHI (Ragazza). Nos
encontramos, pues, con un mercado, el de las revistas, muy segmentado y, en
el segmento femenino juvenil, repartido entre cuatro grupos editoriales, dos de ellos extranjeros (BAUER y HACHETTE). No se
puede olvidar la perspectiva empresarial porque es la competencia editorial
la que define básicamente la presencia y los contenidos de las revistas. Hay
que tener en cuenta la política editorial en el conjunto de la prensa escrita.
Por ejemplo, algunas editoras copan todos los segmentos (de edad y temas) del
mercado. Vamos, que se puede crecer, madurar y envejecer leyendo productos de
una misma empresa (aunque con cabeceras distintas). Además esto genera otra
característica: las revistas como expositores publicitarios (DIAZ NOSTY: 1998) de los productos del grupo editorial. Más
allá habría que averiguar posibles conexiones intersectoriales tipo prensa /
televisión / discográficas.
Otra
dimensión relevante es el papel de la redacción de las revistas, compuesta
fundamentalmente por mujeres, de las que habría que conocer su formación e
intereses: ¿son realmente psicólogas las redactoras de los consultorios
sexológico-sentimentales? ¿Qué orientación respecto a la feminidad y la
estratificación social tienen las redactoras?
Dentro
del conjunto de las revistas se puede establecer una clara divisoria social /
cultural. Las dos revistas de periodicidad mensual (Ragazza, You) presentan una galería de personajes más internacional,
y sobre todo de tendencia anglosajona, mientras que las demás, quincenales (Bravo, Superpop) o semanal (Nuevo Vale), acuden a las figuras
nacionales y de ámbito latinoamericano con más frecuencia, así como a los
protagonistas de series televisivas nacionales y al fenómeno del momento Gran Hermano 2. La divisoria funciona
también en el nivel de estructuración de contenidos y diseño, de manera que
las cabeceras mensuales, de calidad (seguro que así es como les gusta
autocalificarse) aun compartiendo secciones comunes (novedades del mundo del
espectáculo, entrevistas a famosos, horóscopos...) las reparten con distinto
peso, en su caso a favor de un tratamiento extenso de la moda y la publicidad
y en detrimento de las noticias de sucesos de famosos (el cotilleo). También los
productos y marcas publicitadas son muy distintas, ya que en las revistas de
estilo popular casi no hay anuncios (y los más frecuentes son de cursos de
formación a distancia: todo un síntoma del fracaso escolar que adorna sus
lectoras). El diseño formal subraya estas características de élite: papel
couché, encuadernación. También la misma periodicidad, pero no tanto el precio
(proporcionalmente son más baratas, e incluso Ragazzo saca una edición pocket,
idéntica a la standard pero más pequeña y a mitad de precio). No se trata,
pues, de exclusividad económica, sino de exclusividad cultural (por social),
de estilos de distinción (BOURDIEU).
2.
Análisis de contenidos
2.1 Iconos: personajes, estereotipos,
situaciones.
Ellas
son jóvenes y a la moda... a la moda audiovisual, o sea la dictada por los
últimos estrenos discográficos, televisivos o cinematográficos: descaradas y
sexys, exclusivamente preocupadas por aparecer atractivas y por parecerse a las
figuras públicas que habitan las revistas. Porque la inmensa mayoría de las
imágenes corresponden a las jóvenes estrellas mediáticas: sobre todo musicales,
pero también de la televisión y del cine (por este orden). Incesante galería de
cuerpos rebosantes de energía y atractivo sexual, dentro de los cánones
anoréxicos del momento. Destacaríamos dos elementos: ombligos y rostros. Ombligos
que denotan la estilización de la figura femenina y el atrevimiento a la hora de exhibir el cuerpo, sus connotaciones
se sitúan en el campo de la autoidentidad y también del fetichismo, sobre todo
si van adornados de piercing (similar
es el caso de los tatuajes). Los rostros ponen el otro acento anoréxico,
subrayado por tonos pálidos. La galería de rostros femeninos contiene fundamentalmente
sonrisas amplias, pero también languidez y picardía. Ellos siguen las mismas
pautas, con las variaciones propias de su sexo: algunos torsos en vez de
ombligos, musculatura más que siluetas estilizadas, alternancia entre miradas
duras y lánguidas... Por tanto, predominan los estereotipos anatómicos de
género y edad.
Pero la característica nuclear es la teatralidad, derivada del hecho
de que en su inmensa mayoría son imágenes de sesiones fotográficas de
promoción, actuaciones en conciertos o apariciones en series o películas. Son
muy pocas las imágenes que capten una instantánea "natural" y aun así, como se puede imaginar, éstas son
muy seleccionadas. Estamos en el reino de la simulación (BAUDRILLARD). También
es significativa la total confusión entre los diferentes registros ¡cónicos
en relación con los cuerpos y figuras: actores / estrellas que aparecen, ellos
mismos, en un reportaje, o en un anuncio, en un publirreportaje, en un póster
(síntoma de la implosión que definió BAUDRILLARD).
Escenas tiernas, muchos
besos, cuerpos entrelazados, pero nada de imágenes de sexo explícito. Lo que contrasta enormemente con la profundidad de las descripciones,
explicaciones, respuestas a consultas, comentarios varios, que se ofrecen por
escrito. Sin duda está prohibida la imaginería sexual y reservada a la
escritura, aquí sin restricción alguna. Natural si se piensa que las revistas
entran en el hogar y pueden ser compartidas (al menos ojeadas) por las madres.
Hay escasísimas excepciones, pero se trata de dibujos más insinuantes que
evidentes. Porque se trata de eso, de sugerir más que mostrar, en una actitud
que nos parece cínica, por parte tanto de las redacciones como de las lectoras.
La iconografía de personajes públicos refiere a dos categorías
principales: cantantes y actores. A falta de más averiguaciones, podemos
afirmar que, mayoritariamente, su edad supera claramente la adolescencia. La
mayoría se sitúa en el intervalo de los veintitantos, disminuyendo
radicalmente las referencias a treintañeros. Pero todos, absolutamente todos,
son triunfadores en el mundillo del espectáculo musical, televisivo, o
cinematográfico.
2.2
El caso Estopa
El tratamiento dado por
las revistas al grupo musical Estopa es, en nuestra opinión, paradigmático de
la orientación y la intencionalidad comunicativas de estos medios, así como de
las diferencias de enfoque que ya hemos advertido. Estopa es un dúo de jóvenes
músicos residentes en Cornellá de Llobregat, localidad del cinturón industrial
de Barcelona. Hijos de emigrantes extremeños que regentan un bar, La Española,
trabajaban antes de triunfar musicalmente en una fábrica de accesorios para
automóviles. Su música, de un impacto inmediato en las listas de éxito, es una
especie de rumba modernizada a los acordes del rock. Como ellos mismos se
encargan de recordar, su padre les ponía de pequeños las canciones de Los Chichos, prototipo de la rumba hortera tan popular en los años setenta.
Ellos, por su parte, cantaban boleros a su abuela para entretenerla. Todo un
campo de análisis el de las categorías socioestéticas desplegadas en estas líneas.
En este momento nos
interesa el tratamiento periodístico. Sabedoras del enrome gancho del dúo, las
revistas les dedican número tras número una atención especial y diferente al de
cualquier otro grupo musical, centrándose en las raíces geográficas, sociales y
familiares de los hermanos Muñoz, de manera que, por ejemplo, nos encontramos
en Nuevo Vale con un amplio análisis de los vídeoclips asociados al primer
álbum del grupo. Guiones e imágenes son desmenuzados concienzudamente,
extrayendo las escenas más significativas mediante las que el grupo se ha
creado una imagen de marca: entre ligues y persecuciones peliculeras, un origen
bien señalado (el bar de su padre, ¡y su abuela!) y un sueño (el éxito
comercial medido en dinero y premios, de los que ya disfrutan). En otros
números de Nuevo Vale y Superpop aparecen amplios reportajes sobre los
orígenes obreros de los hermanos Muñoz, fotografiados en la fábrica junto a sus
compañeros y su jefe (que les azuzaba al grito de ¡dadles estopa!), en el barrio
con sus amigos, en el bar con su familia. Pero vuelven a aparecer aquí las
diferentes estrategias de distinción de las cabeceras. De nuevo la divisoria
separa a las tres revistas de estilo más popular (Nuevo Vale, Bravo, Superpop)
frente a las más elitistas (Ragazza y You). Si las tres primeras trabajan a
fondo el fenómeno Estopa, en el sentido arriba descrito, Ragazza se limita a
presentar una gran fotografía a doble página, en blanco y negro (lo que da un
sentido más esteticista a la imagen, menos crudo), con referencias exclusivas
al atractivo sexual de los protagonistas (nada de raíces geográficas, sociales
o familiares), mientras que en You sencillamente no existen.
3. Valores simbólicos
Esta primera aproximación al conjunto de las revistas juveniles
femeninas nos permite ya diseñar un conjunto de dimensiones simbólicas que
componen el universo icónico-simbólico, o sea el discurso ideológico que
ofrecen estas revistas. Estas principales dimensiones simbólicas serían:
a) Feminidad / Masculinidad. Es sin duda la categoría nuclear de la ideología presentada, una feminidad orgullosa de sí misma, consciente de su poder de seducción sobre los chicos gracias a las armas de mujer que las revistas enseñan a usar, regular y controlar. La inmensa mayoría de la información / contenido refiere bien a cuestiones sexuales, bien a cuestiones emocionales. La masculinidad es el obligado contrapunto de la feminidad, porque las revistas construyen la categoría de feminidad en función de un género opuesto y ahora sí convertido en hombre objeto. Estamos ante una feminidad agresiva. Otra cosa es que sea una feminidad emancipadora.
b) Sexualidad / Emocionalidad. La construcción de géneros se realiza casi exclusivamente sobre la categoría biológica sexualidad y su (pretendido) acompañante psicológico, la emocionalidad. He aquí un juguete nuevo, el sexo, recién descubierto y propiedad de la interesada, sobre el que ya no pesan casi ningún tipo de restricciones morales, si acaso las justas para darle morbo al asunto, y del que sólo hace falta conocer las instrucciones de uso, bien detalladas por cierto. Se trata de iniciarse en el mundo adulto pero de verdad, no sólo imitando modas o costumbres ya muy vistas (fumar...). Ahora se da un paso más, aunque siga tratándose de imitación. Ya no hay noviazgos formales, al estilo antiguo, ni bodas que esperar, tan lejanas y tan poco atractivas (vistas las frecuentes rupturas familiares de las que son víctimas y protagonistas muchas lectoras). Entonces, ¿para qué esperar a disfrutar del sexo? Además hay cierta conexión con el sentido del riesgo tan de moda en la actualidad. El riesgo a quedarse embarazada, naturalmente, pero también otros riesgos como el contagio de enfermedades. La emocionalidad es el barniz estético bajo el que se esconde, intencionadamente en parte, el trasunto sexual crudo. En ese sentido cumple la misma función que la imagen. Pero que sea estética no supone restarle funcionalidad ni sentido. Más bien nos parece una dimensión complementaria de la sexualidad. Queremos decir que no sería aceptada una revista exclusivamente de sexo. El concepto central sigue siendo el de amor, eso sí, el matrimonio no aparece ni en pintura. Más interesante es el bucle que lo emocional cierra sobre el sexo. Quizá el sexo sea lo único verdaderamente emocionante en sus vidas, pues ya se sabe que vivimos en un mundo desencantado, al menos de las grandes utopías antiguas, tanto del cielo como de la tierra.
c)
Juventud. Es la categoría que unifica, uniformiza, a todas y todos los
protagonistas de esta historia, la bandera común ondeada frente a todo el
mundo, bandera triunfante y con razón: se saben al comienzo de una etapa muy
larga, que sólo acaba de comenzar y que cada vez dura más años. Las revistas,
al fin y al cabo, no son sino un factor más de la celebración y apoteosis de
la juventud que vivimos en este mundo. Y también del narcisismo más pobre. Se
trata de un mundo cerrado sobre sí mismo, solipsista y reduccionista. Del mundo
exterior sólo aparecen los modelos / héroes a imitar (estrellas de la música,
tele o televisión), o sea los mismos jóvenes idealizados. Pero nada más. No aparecen ni el contexto familiar, ni el escolar,
salvo las recientes series televisivas (tan ajenas a la realidad de los
centros), ni lo social, ni lo laboral como objeto de interés.
d) Grupalidad.
Es el reverso de la anterior categoría "juventud", ahora no como estadio vital personal sino como aglutinante esencial
de la persona con sus iguales. En este sentido, MAFFESOLI (en MARTINEZ BARREIRO: 1998) hace de la tribalidad la categoría sociológica
fundamental para comprender los procesos sociales actuales, superior incluso
a la categoría de clase (asociada al marxismo). Pero habrá que analizar con
detenimiento los elementos internos de la tribalidad, porque más bien se trata
de categorías (tribu / clase) no excluyentes sino interpenetradas, como
algunos rasgos de las revistas nos hacen sospechar.
e) Futuro. Su presencia, aunque invisible, es constante. La propia naturaleza de la
adolescencia, como etapa inciática, de liminaridad o transición entre etapas
anterior (infancia) y posterior (madurez) hace que se genere una dinámica
temporal orientada hacia algo por venir. Y aquí reside también la fuerza dramática de la adolescencia, por mucho que se le caracterice habitualmente como
la edad
del pavo, pues se trata sin duda de la etapa más
arriesgada del ciclo vital, como bien saben los padres y también el
profesorado. El futuro es escudriñado en las revistas a modo de adivinación
seudocientífica, a través de la fundamental sección de horóscopo, que cumple
funciones variadas, tales como reafirmación de seguridad pero también de
desdramatización de lo que bien pudiera convertirse en una tragedia personal
(un fracaso sentimental con el ligue o con las amigas, o con los padres, o en
el instituto... la verdad es que puede ser muy grave para ellas /ellos). Y ya
que hablamos de fracaso, debemos terminar refiriéndonos
a la
orientación general de las revistas hacia el éxito, el triunfo. Aparcadas en la
cola del mercado laboral y del mercado nupcial (GIL CALVO: 1985), las revistas guían a las chicas en este ambiente ultracompetitivo. Por otro
lado, si el núcleo del mensaje sociopedagógico actual es el fracaso escolar
(profecía autocumplida en parte), en las revistas se convierte en tabú. Más
bien nos encontramos con pequemos manuales de autoayuda, en forma de vías
rápidas de ascenso social, al modo Estopa básicamente, ya que, sin decirlo, se
considera la vía escolar como inútil para la movilidad social (he aquí las
teorías de la reproducción). Pero sí, también hay un espacio para la carrera
escolar /profesional: no falta, sobre todo en las revistas más populares, la
publicidad de cursos de formación profesional por correspondencia... para aprender
cómoda y rápidamente, sin esfuerzo. Hay una vía al triunfo más fácil que la
escuela ¿invención de las revistas o creación de la propia institución
escolar?
4. Bibliografía
ARNHEIM, R. (1993): Consideraciones
sobre la educación artística. Barcelona, ed. Paidás.
BAUDRILLARD,
J. (1974): Crítica de la economía política del signo. México, ed. Siglo XXI.
BOURDIEU,
P. (1988): La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Madrid, ed.
Taurus.
DIAZ NOSTY, B.
(1998): Informe anual de la comunicación (1997-1998). Madrid, ed. Fundesco /
Grupo Zeta.
GIL CALVO, E. (1985): Los
depredadores audiovisuales: juventud urbana y cultura de masas. Madrid, ed.
Tecnos.
MARTINEZ BARREIRO, A.
(1998): La moda en las sociedades modernas. Madrid, ed. Tecnos.
McROBBIE, A. (1998): "More!: nuevas sexualidades en las
revistas para chicas y mujeres", en CURRAN, J., MORLEY, D., WALKERDINE, V.
(comps.): Estudios culturales y comunicación. Análisis, producción y consumo
cultural de las políticas de identidad y el posmodernismo. Barcelona, ed.
Paidós.