TEMA DE DEBATE

ORGANIZACION DEL AULA

 

No es fácil abordar este tema sin an­tes plantearse una serie de interrogan­tes que, a modo de premisas, condicionan cualquier posicionamiento frente a la organización de un aula donde conviven niños y niñas.

Algunas de estas cuestiones son pues­tas sobre la mesa antes de iniciar el debate. Ellas serán nuestro punto de par t, ida:

a) La organización del aula dependerá de la opción pedagógica que tomemos. No será igual considerar al maestro/a eje de atención de la clase o considerar, por el contrario, al niño como motor - más bien promotor -, de todas las actividades que se organicen en el aula. ¿Cuál es nuestra opción en este sentido?

b) La organización del aula dependerá asimismo del tipo de relaciones que que­ramos favorecer en la misma y éstas en un doble sentido:

maestro - alumnos

alumnos - alumnos

¿Cuál es aquí nuestra posición?

c) clase de actividades conforme al modelo pedagógico por el que optamos desearíamos desarrollar en el aula? ¿co­lectivas, individuales o ambas? ¿dirigi­das, de investigación...?

d) En cuanto a los distintos tiempos de actividad ¿optamos por unos tiempos rígidos donde todo está marcado desde un comienzo y las actividades se cumplen puntualmente secuenciadas por el profe­sor o, por el contrario, tendremos en cuenta las características e intereses de los niños y optaremos más bien por tiempos flexibles cuya pauta vendrá mar­cada por ellos mismos?

e) Finalmente tampoco podremos olvi­dar el espacio físico del que disponemos en el aula y del material didáctico y mobiliario que se nos proporciona. En este sentido ¿qué haremos cuando el mate rial sea escaso y la relación alumno/m2 no llegue siquiera a unos mínimos exigi­dos?

Está claro respondiéndonos a la 1ª de nuestras interrogantes, que quienes integramos este colectivo optamos por una forma de trabajar en la escuela bien diferente a la que conocimos cuando éra­mos nosotros los denominados "sujetos de aprendizaje".

 

Una forma de trabajar, y ya refirién­donos al tema de la organización del au­la, que toma al niño como eje de toda actividad. Todo gira en torno a él. Esta mos convencidos de que no aprenderá nada en la escuela si no es feliz en ella y no nos queda por tanto otra alternativa que darle ese papel de protagonista de su propio aprendizaje. ¿Cómo conseguire­mos esto? A través de un órgano fundamental de decisión en el aula: la Asamblea. En ella se organizan las actividades del día o de la semana incluso, se toman y asumen responsabilidades, se critican malas conductas y actitudes de los compañeros o del profesor/a, se felicita, se propone... La Asamblea, pues, al englo­bar a todos quienes conviven diariamente en el aula, proporciona un carácter ABIERTO y FLEXIBLE al concepto de organización de la misma, pudiendo en cual­quier momento, y tras ser suficientemen­te debatido, transformar el espacio del aula y acomodarlo a los intereses de los niños.

Planteado así puede parecer en una primera lectura una opción demasiado es­pontaneísta del tema; sin embargo son dos las cuestiones que a nosotros nos tranquilizan en este sentido:

l.- Si hay algo que a nivel de organización no funciona, nuestros alumnos se­rán los primeros en darse cuenta de ello al ser tratados, como decimos, en Asam­blea y de una forma periódica todos los conflictos que surgen en el aula.

2.- Nuestro papel también será acti­vo. Como adultos que somos sabremos po­ner límites allá donde ellos no lleguen, procurando no ser impositivos o intole­rantes con lo que se decida. Deberemos tratar de convencerles de que nuestra opción es buena al igual que lo hacen ellos cuando proponen algo.

Un planteamiento así, e intentando abordar la 2ª de nuestras cuestiones, no pretende otra cosa que favorecer las relaciones interpersonales entre los alumnos y entre éstos y el profesor/a. La escuela pasa, de ser un espacio donde los niños vienen a aprender cosas sólamente, a ser un espacio relacional donde ante todo exista un clima de dis­tensión, sea agradable y donde la con­fianza de los alumnos con nosotros sea máxima. Nuestro objetivo fundamental se­rá en este sentido crear un ambiente de trabajo cooperativo donde se utilice lo que uno sabe en beneficio de todos, tra­tando de ir poco a poco haciendo desapa­recer el hábito de la posesión indivi­dual sobre las cosas.

Una organización abierta y flexible donde todos puedan opinar sobre la vida que se genera en el aula irá haciendo crecer en ellos una seguridad en sí mis­mos que evidentemente no proporciona un tipo de enseñanza en que el único que opina es el maestro/a.

Nosotros optamos por un trabajo cien­tífico y de investigación en la escuela. La organización del aula, pues, irá encaminada a un tipo de actividad individual que posibilitará al niño esa investiga­ción sobre los temas que van surgiendo en clase.

Pero el espacio, al ser flexible y con posibilidad de transformación cuando la dinámica de la clase lo requiera, también se podrá organizar para realizar actividades colectivas por pequeños gru­pos donde cada niño ponga en contacto con los demás lo que ha descubierto. Es­to, vemos que en cursos bajos, especial­mente en Preescolar, es más difícil de realizar por las características e inte­reses de los niños de esta edad. Sin em­bargo, iremos abriendo vías hacia este tipo de trabajo científico y de investi­gación ya desde los primeros años de es­colaridad, proporcionando un material rico y sugerente y dando suficiente tiempo a los niños pequeños para que investiguen, más bien jueguen, con lo que más les llame la atención (animales...).

Y precisamente hablando sobre este último aspecto del tiempo, optamos por unos tiempos flexibles también, siempre acomodados a lo que dé de sí la activi­dad que en ese momento se esté realizan­do y estando sujetos a cualquier cambio que se decida en la Asamblea.

No obstante proporcionaremos el sufi­ciente tiempo de actividad libre para que puedan utilizar los niños todos los recursos y materiales que el aula les proporciona. No tendrá sentido una clase organizada en torno a pequeños espacios (rincones, talleres) si éstos no se pue­den utilizar a lo largo del día más que como actividad dirigida por nosotros en unos momentos también determinados.

Sin embargo, y hablando de los prime­ros cursos de escolaridad a los que nos referíamos antes, será útil y quizá necesario incluso marcar unos tiempos fijos de actividad colectiva que se repitan al menos durante los primeros meses, con el objetivo de orientar en el tiempo a estos niños tan pequeños en quienes este concepto aparece aún confuso.

Por último, y aunque de alguna manera nos hemos venido refiriendo a ello, en­tramos en debate sobre la necesidad de más espacio cuando una organización del aula por rincones o por talleres lo re­quiera. En este sentido reclamamos aulas más grandes, no ocupadas al 100% por si­llas y mesas únicamente. El mobiliario se podrá utilizar de muchas maneras (los armarios, por ejemplo, no tienen por qué aparecer siempre pegados a la pared). Sólamente un poco de imaginación servirá para que nuestras aulas tengan unas se­ñas de identidad que las diferencien de las tradicionalmente organizadas.

Los espacios creados servirán no sólo para realizar actividades con los mate­riales que allí se ubicarán sino, en el caso de los cursos bajos, para facilitar igualmente las relaciones entre los ni­ños, como decíamos antes, o simplemente para "ocultarse" de la atenta mirada del profesor/a.

Igualmente proponemos el uso de espa­cios normalmente infrautilizados como pasillos, tutorías, armarios..., que en la mayoría de los casos pasan desaperci­bidos para nosotros pero que son los ni­ños precisamente quienes nos dan las ¡de as creativas sobre un uso diferente de los mismos, especialmente cuando les permitimos salir del aula en esos tiempos de actividad libre que decíamos antes.

Como resumen final diríamos que opta­mos por una ORGANIZACION FLEXIBLE, ABIERTA, DINAMICA Y COOPERATIVA, que favorez­ca las relaciones interpersonales, respe te el ritmo individual de cada escolar, favorezca la relación con el ambiente, permita el trabajo tanto individual como colectivo y sobre todo que no parta úni­camente de lo que sabe o propone el pro­fesora sino que dé un papel preponderan te al alumno como eje y motor de esa or­ganización