Signos , Teoría y práctica
de la educación , 22 Octubre – Diciembre 1997 Página 3 ISSN 1131-8600
Editorial
Con cierta tristeza, pero
sin desánimo, os comunicamos que con la entrega de este número 22 concluye la
edición de SIGNOS. Al cabo de siete años de ilusiones y de utopías estas
páginas estas páginas interrumpen, quizá temporalmente, su cita habitual con
quienes durante todo este tiempo han
encontrado en ellas
algunas ideas y una clara voluntad de indagar tanto sobre lo que su dice y se
hace en las aulas como sobre las ideologías que en nuestras sociedades
contribuyen a la desigualdad sociocultural entre las personas. Con esa voluntad
nació SIGNOS a finales de 1990 y durante todo este tiempo ha intentado
ser fiel a esa intención de fomentar una reflexión crítica sobre las teorías y
sobre las prácticas educativas en el contexto no sólo de las escuelas sino
también de la sociedad.
Diversas son las razones
que justifican este compás de espeta. Por una parte, el cansancio de las
personas que durante este tiempo han hecho posible estas páginas. Por otra, la
ausencia de interés comercial y la voluntad de asegurar la autonomía de la
publicación bata traído come consecuencia algunas dificultades económicas y
ciertas carencias a la hora de conseguir tan mayor número de lectores y
suscriptores (tarea enormemente difícil y compleja sin el apoyo de una
editorial). Finalmente, la falta de apoyo por parte del actual Ministerio de
Educación y Cultura y de otras instituciones culturales y educativas de ámbito
regional, así como la incertidumbre en la que actualmente están las personas
que trabajan en la institución que edita estas páginas (el Centro de Profesores
y Recursos de Gijón), nos han obligado a pensar en la conveniencia de esperar
tiempos mejores.
Durante estos siete años SIGNOS
ha sido un escenario abierto y pluralista de intercambio de ideas y de
experiencias. Y ha sido un escenario diferente. No sólo por su diseño gráfico
(innovador en el ámbito de las revistas de educación) sino sobre todo por su
voluntad de con ligar teoría práctica de un modo dialéctico y por ser una
publicación que escapaba a los estereotipos habituales: no ha sido una revista
de sociología de la educación, ni de psicología del aprendizaje, ni de
didáctica de un área, ni de pedagogía general, ni ha estado al servicio de una
editorial, un departamento universitario, una asociación de enseñantes o una
secta académica... Ha sido o al menos eso deseábamos una revista destinada a
quienes pensamos que hay otras maneras posibles de pensar (y de hacer) la
educación. Aunque éstos no sean buenos tiempos para la lírica y nuestras ideas
quizá ya no estén tan de moda.
Quizá volvamos (el que
avisa no es traidor). Hasta entonces quienes hemos hecho posible estas páginas
(como editores, como autores, como lectores) seguiremos trabajando a diario a
favor de la innovación educativa y en defensa de la educación pública. Porque
aunque ahora habite en algunos ámbitos del poder cierta nostalgia de otras
épocas, seguimos creyendo que cualquier tiempo pasado no fue mejor.