¿EDUCAR O SEGREGAR?
Signos . Teoría y práctica
de la educación , 18 Abril Junio 1996 Página 3 ISSN 1131-8600
Casi todas las miradas se
dirigen hoy hacia la educación secundaria obligatoria. Quizá porque es en esta
etapa educativa donde el cambio escolar encuentra mayores resistencias, donde
se le da una innegable vuelta de tuerca al pasado (con la extensión de la
escolaridad obligatoria hasta los dieciséis años, el énfasis en la diversidad
del alumnado y un enfoque didáctico en las áreas y en las optativas bastante
innovador), donde aparecen algunos obstáculos difíciles de salvar (desde
algunas actitudes del profesorado hasta la inadecuada organización pedagógica
de los centros) y donde en consecuencia se juega el ser o el no ser de una
transformación en profundidad del sistema educativo en nuestro país.
La educación secundaria obligatoria está últimamente de moda. Ocupa las páginas
de los periódicos, las ondas de la radio y la ventana electrónica de la
televisión. Quizá por las dificultades (y por las chapuzas) de una implantación
que no sólo ha contado con el recelo o cota la indiferencia de una buena parte
del profesorado de enseñanza secundaria sino también con la oposición de
colectivos (como algunas asociaciones de padres) en pie de guerra contra la
ubicación del primer ciclo de la educación secundaria obligatoria en institutos
alejados del hogar familiar. O quizá porque la ola de liberalismo a ultranza
que inspira en los últimos tiempos a quienes van a dirigir la política
educativa en este país (y que se traduce en una obsesión casi enfermiza por
atender con carácter preferente al sector privado en detrimento de la escuela pública)
hace pensar en un olvido nada inocente de los fines comprensivos y
compensadores de las desigualdades sociales que la LOGSE otorga a esta etapa.
Quizá por ello ayunos albergan la esperanza (esa esperanza (le quienes se
creen, acaso con razón, avalados por el poder) de que a la postre un giro
copernicano en la educación secundaria obligatoria acabe convirtiendo a ésta en
la antesala natural de los bachilleratos y de la enseñanza universitaria. En
última instancia, en un escenario donde el objetivo izo sea tanto educar a
todos como seleccionar a las élites del futuro y segregar de manera prematura a
los que acaben fracasando en el intento. No deja de ser una paradoja (por
cierto, un tanto perversa) que tantos cambios educativos a la postre acaben
sirviendo para que al final nada cambie.
De ahí que una de las incógnitas del cambio educativo resida en saber si la
educación secundaria obligatoria , pese a lo vientos y a mareas que de un
tiempo a esta parte la golpean por todos los flancos, será capaz de contribuir
al desarrollo de las capacidades de todos los alumnos ,y, de todas las alumnas
;por el contrario, acá poniendo el acento en la función selectiva del sistema
escolar
convirtiéndose de esa manera (como algunos pretenden) en el umbral de la
selección académica y de la segregación social. Con el fin de contribuir al
conocimiento de los fines, características y dificultades en esta etapa
educativa SIGNOS ofrece en este número una monografía sobre la educación secundaria
obligatoria.