ALGUNAS
REFLEXIONES SOBRE LAS TECNOLOGÍAS DIGITALES Y SU IMPACTO SOCIAL Y EDUCATIVO
Dr. Juan de
Pablos Pons[1]
Catedrático de Tecnología Educativa
Universidad de Sevilla
1.
La Sociedad de la Información como reto y la brecha social como problema
La
presencia de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el
mundo de la educación es hoy una realidad incontestable, y la posibilidades,
ventajas o resultados de esta presencia ha pasado a ser una cuestión de primera
línea en los análisis de los expertos, en las prioridades de las
administraciones educativas o en los cambios sugeridos en la formación y
actualización de los docentes. Cabría calificar de incesante la avalancha de
iniciativas empresariales, congresos sobre enseñanza, políticas educativas,
programas esponsorizados por las grandes corporaciones informáticas,
etc., que una y otra vez insisten en la mejora de la enseñanza propiciada por
la presencia de las tecnologías en las aulas.
Lo
que no está en cuestión es la enorme trascendencia de la educación en la
formación de las personas y la evolución de los pueblos. Las TIC han
revolucionado la economía, los sistemas de comunicación, las referencias
temporales de nuestras actividades e incluso las formas de hacer política a
escala global. Se trata de cambios importantes y que en muchos casos,
simplemente han llegado, están aquí y se han asumido sin más. Las tecnologías
están en la calle regulando el tráfico, protocolizando el uso de nuestra
tarjeta de crédito, ayudando a gestionar nuestros viajes o dentro de nuestro
hogar.
El concepto de
“Sociedad de la Información” se ha desarrollado al hilo de la difusión de la
globalización, término que ha tomado una acepción preferentemente económica, y
cuya principal meta consiste en acelerar la instauración de una economía
abierta y autorregulada a escala mundial. En línea con esta realidad, los
países desarrollados han aplicado políticas para el avance de las
infraestructuras que apoyan la implantación de las Tecnologías de la
Información y la Comunicación (TIC). Y en clave económica se han intensificado
las estrategias dirigidas a los países emergentes para que dejen vía libre a la
inversión de las grandes corporaciones de telecomunicaciones, producción de
contenidos e informática, en busca de nuevos mercados para difundir a escala
global su producción.
Todo
esto significa que están cambiando las formas de acceso, utilización y difusión
de la información y las modalidades de comunicación a escala planetaria. La
repercusión y consecuencias de esta realidad, vinculada al uso de estas
tecnologías, puede llegar a ser muy variada. Resulta llamativo que en algunos
países de África se pueda producir una revolución tecnológica antes de que les
alcance la revolución industrial. Esta realidad sin duda está propiciando
mayores desequilibrios económicos, sociales y tecnológicos que denunciamos con
la expresión “brecha digital”, que puede ser explicada como una extensión de la
brecha económica existente desde siempre entre los países desarrollados y los
países con economías emergentes (Qui, Davis y Gregory, 2003).
En el
caso de la educación cabe subrayar que todas las decisiones que se tomen deben
estar basadas en la reflexión. Se trata de un ámbito demasiado importante,
demasiado trascendente como para no hacerlo así. Sin duda la incorporación de
las TIC a la enseñanza está fuertemente vinculada a intereses económicos, lo
que puede ser problemático cara a la reflexión exigida. Sin embargo, es
necesario incorporar más elementos para una toma de decisiones correcta. Otro
aspecto que siempre debería respetarse es que la incorporación de tecnologías,
debe ser consecuencia de una demanda del profesorado, no una imposición. Está
fuera de dudas que las TIC tienen un potencial que puede aportar ventajas y
mejoras a los procesos de enseñanza y aprendizaje, pero es el criterio de los
docentes el que debe avalar esos cambios en positivo.
La
necesaria confianza del profesorado y los gestores educativos debe buscar un
importante apoyo en el debate, en el intercambio de ideas y en la consecución
de conclusiones propias, no sobrevenidas. No parece aconsejable, por la
trascendencia de la educación, hacer análisis inocentes, ya que el nudo de
intereses que se mueven en estos terrenos es altamente complejo. Así, la
relación entre educación, tecnología y política determina muchas decisiones, en
función del enfoque que se adopte.
Consecuentemente, en los esfuerzos por reducir la “brecha
digital” el componente económico tiene un gran peso, sin embargo debe señalarse
que la educación tiene un importante papel a desempeñar. La formación integral en
TIC (es decir no solamente instrumental) de los docentes y su contribución para
hacer más próximas las tecnologías a los estudiantes, facilitando así la
comprensión del fenómeno mediático en su conjunto, y la necesaria adaptación de
las personas a los nuevos requerimientos de la Sociedad de la Información,
constituye un factor de gran importancia para adaptarnos, no solamente a las
tecnologías sino a las características de la nueva realidad en la que nos
desenvolvemos.
En una reciente
entrevista[2],
el profesor Manuel Castells hacía referencia precisamente a Internet, como
posible factor de exclusión. La argumentación planteada por este investigador
es la siguiente:
"El
factor de exclusión más importante es y será el acceso al trabajo y a la
carrera profesional, y antes el nivel educativo, porque sin educación la
tecnología no sirve para nada. En España, la llamada brecha digital está ligada
a la edad: los usuarios mayores de 55 años son un 9% del total, pero entre los
menores de 25 años, son el 90%. Ahora bien, en la sociedad de Internet, lo
complicado no es saber navegar, sino saber dónde ir, dónde buscar lo que se
quiere encontrar y qué hacer con lo que se encuentra. Y esto requiere
educación. En realidad, Internet amplifica la brecha social más vieja de la
historia, que es el nivel de educación. Que un 55% de españoles adultos no haya
completado la educación secundaria, ésa es la verdadera brecha digital."
No se trata únicamente de disponer o no de las
tecnologías, es necesario que representen un factor de comprensión, mejora y
proyección para sus usuarios. Para el desarrollo de este análisis sobre el
papel de las tecnologías en el campo de la educación, resulta relevante
profundizar en su impacto y posibilidades, diferenciando los desarrollos y
propuestas en función de los diferentes niveles educativos y los objetivos a
conseguir (De Pablos, 2003)[3].
2. El
papel de las nuevas tecnologías en el mundo actual
El siglo XX manejó durante buena parte de su ciclo una visión
utópica del futuro y concluyó como una utopía negativa donde la realidad
transcurre en términos opuestos al ideal promulgado por los utópicos
contemporáneos. La revolución digital es una utopía que ha tomado forma durante
los últimos diez años del siglo pasado. El final del ciclo de algunas
revoluciones políticas como la soviética, nacida en 1917 y cerrada
simbólicamente con la caída del muro de Berlín en 1989, se ha relacionado con
el auge de las nuevas tecnologías digitales. Todo ello ha sucedido en un contexto donde el
desencanto sufrido por el desgaste de las ideologías ha propiciado nuevas
visiones como el postmodernismo.
Las distintas corrientes del movimiento postmoderno aparecieron en la segunda
parte del siglo XX. Histórica, ideológica y metodológicamente diversas,
comparten la idea-fuerza de que la renovación radical de las formas
tradicionales en el arte, la cultura, el pensamiento y la vida social han
fracasado en su intento de lograr la emancipación de la humanidad. El postmodernismo
defiende la hibridación de las ideas, la cultura popular, el descentramiento en
definitiva, de la autoridad intelectual y científica. José Luis Molinuevo (2006)
se pregunta si realmente se ha producido una revolución digital, o simplemente
ha quedado reducida a su forma utópica, es decir, una expresión metafórica. En
todo caso, las metáforas han contribuido
en buena medida a que entendamos la utilidad de las tecnologías.
Esta crisis de pensamiento debe hacernos reflexionar sobre el
excesivo optimismo de las utopías digitales extremas, en todas sus variantes, vinculadas
hoy en gran medida a la biotecnología. Molinuevo señala esta crisis como causa
de la actual transformación de todos los sistemas de transmisión de la
información. Y propone como clave interpretativa un humanismo capaz de integrar
las dos culturas. La de lo virtual y la de lo real, proclive a la mesura y
consciente de que el ser humano es –lejos de todo determinismo y todo
reduccionismo– un ser tecnológico. En función de las consideraciones
anteriores, se trata de asumir la importancia de las tecnologías en el mundo
actual, pero haciéndolo con un criterio equidistante entre lo utópico y lo
reaccionario (Molinuevo, 2004).
En ese proceso de cambio de visión asumieron
importantes niveles de protagonismo las llamadas nuevas tecnologías como
elementos de ruptura y cambio. De hecho, hay autores que analizan las
tecnologías como un factor transformador (Shallis, 1984; Sancho, 2006). Si algo
caracteriza al desarrollo tecnológico es que remite permanentemente hacia el
futuro. Sin embargo, en los comienzos del siglo XXI las nuevas tecnologías ya
no se contemplan como un factor revolucionario, sino que vienen contribuyendo a
una serie de cambios vinculados a la evolución de distintas realidades. De
hecho, ha dejado de utilizarse el término revolución, en relación con las
tecnologías y el sentido actual más aceptado ha derivado hacia una expresión
posiblemente más precisa: la metáfora. Se trata, por tanto, de interpretar la
incorporación de cambios producidos en diferentes órdenes de la vida a través
del impacto de las tecnologías. Esto supone considerarlas como componentes
inicialmente ajenos, que han pasado a formar parte significativa de algunas de
nuestras realidades y actividades cotidianas. El término impacto es otra de las
metáforas tomadas del mundo físico para explicar la presencia de los nuevos
medios en cada vez más ámbitos sociales, económicos, culturales o de ocio
(Molinuevo, 2006, 97).
En
todo caso, la vieja dicotomía entre reaccionarios temerosos del cambio y
defensores de la utopía tecnológica sigue presente; sin embargo resulta útil
para disponer de una visión más objetiva, basada en una visión analítica y crítica. La tecnología
determina hoy, en buena medida, el actual horizonte social, cultural, político
e incluso antropológico, como ya anticiparon los futuristas con el entusiasmo
de quien cree que progreso social y progreso tecnológico van de la mano, y lo
lamentaron los filósofos de la existencia, proclives a denunciar la deshumanización
y el desarraigo causados por la universalización de la técnica y la reducción
de todo conocimiento a mera información. Este análisis dicotomizado también se
ha aplicado al campo de la educación en términos de tecnofilia y tecnofobia,
como formas de ocultación de la problemática de la educación escolar (Sancho,
1998).
3.
Las posibles consecuencias del cambio tecnológico
Neil
Postman (1931-2003) discípulo de McLuhan y profesor de ecología de los medios
en la Universidad de Nueva York, es un autor con gran
capacidad para provocar a través de sus escritos una reflexión crítica y
constituye un excelente referente para profundizar en los planteamientos aquí
manejados hasta ahora. Su interés por los temas educativos supone un valor
añadido para nuestras reflexiones. En cuanto a su perfil ideológico,
simplemente la cita de una de sus obras, La enseñanza como actividad crítica (1981),
traducción piadosa del título original Teaching as a Subversive
Activity,[4] es
por sí mismo toda una declaración de intenciones.
En el año 1998 Neil Postman
dictó una conferencia, muy citada en Internet[5],
en el “Congreso Internacional sobre Nuevas Tecnologías y Persona Humana:
Comunicando la fe en el Nuevo Milenio”, con el título: Cinco cosas que
necesitamos saber sobre el cambio tecnológico. Una síntesis de su propuesta
puede quedar expresada en forma de tesis, de la siguiente manera: 1.- La
cultura siempre paga el precio de la tecnología; 2.- Siempre hay ganadores y
perdedores en el cambio tecnológico; 3.- Toda la tecnología tiene una
filosofía; 4.- El cambio tecnológico no es aditivo; es ecológico; 5.- Los
medios de comunicación tienden a convertirse en míticos. A continuación, sobre
la base de estas premisas formuladas por Postman presentamos algunas
consideraciones.
Primera tesis. “La cultura
siempre paga el precio de la tecnología”.
Neil Postman consideró el cambio tecnológico como intercambio, basándose en el
uso de potentes metáforas, recurso habitual en él, expresó esta propuesta como
“el pacto de Fausto”. La tecnología da y la tecnología quita. Todo cambio
tecnológico implica ventajas e inconvenientes. No toda nueva tecnología implica
necesariamente mayores ventajas. Es indispensable, además, reparar en todo
aquello que podría resultar afectado por el desarrollo de aquella. De acuerdo
con McLuhan, toda tecnología admite ser considerada como extensión de los
sentidos, órganos o facultades del hombre. La introducción de cada nueva
tecnología inevitablemente altera la ecología cultural de las sociedades:
“Cualquier extensión, sea de la piel, de la mano o del pie, afecta a todo el
complejo psíquico y social” (McLuhan. 1996: 26). La dialéctica del cambio
tecnológico definitivamente resulta inquietante. La cultura, afirmaba Postman,
siempre paga un precio por la tecnología.
Segunda tesis. “Siempre hay
ganadores y perdedores con el cambio tecnológico”. Las posibles ventajas y
desventajas de las nuevas tecnologías nunca son distribuidas equitativamente
entre la población. Postman denunció que los beneficios
de las tecnologías no necesariamente son destinados a elevar la calidad de vida
de la mayoría de las personas. De cada nueva tecnología se desprenden
beneficios para determinados sectores de la sociedad mientras que otros
sectores resultan perjudicados.
Postman anticipó que la gran
revolución informática produciría ganadores y perdedores. El teórico
norteamericano parece ubicarse a contracorriente de los llamados tecnofílicos,
al afirmar que no basta disponer de abundante información para asegurar una transformación
positiva de las sociedades.
Tercera tesis. "Toda
tecnología tiene una filosofía". Mediante esta expresión plantea cómo la
tecnología nos hace usar nuestra mente, en qué medida nos hace usar nuestros
cuerpos, en qué grado codifica nuestro mundo, y a cuales de nuestros sentidos
amplifica, así como a cuales de nuestras emociones y tendencias intelectuales
desatiende. Postman recurre a un conjunto de analogías para explicarla:
toda tecnología tiene una filosofía. Esta tesis, como reconoce el propio
Postman, admite ser considerada como una lógica extensión de una de las
principales formulaciones que Marshall McLuhan propuso en la obra Comprender
a los medios de comunicación. Las extensiones del ser humano, al formular
su conocido aforismo: el medio es el mensaje.
Cuarta tesis. "El cambio
tecnológico no es aditivo; es ecológico"
Los efectos de los cambios tecnológicos son múltiples y complejos. En algunas
ocasiones los efectos pueden resultar irreversibles. Marshall McLuhan también
insistía en la necesidad de ser cautelosos al emprender el análisis de las
innovaciones tecnológicas: “Los efectos de la tecnología no se producen al
nivel de las opiniones o de los conceptos, sino que modifican los índices
sensoriales, o pautas de percepción, regularmente y sin encontrar resistencia”
(McLuhan. 1996: 39). Mediante el uso irresponsable de las nuevas tecnologías,
señala Postman, es posible alterar pautas culturales, ritos y tradiciones. Por
ende es necesario proceder con extrema cautela.
Quinta tesis. "Los medios
de comunicación tienden a percibirse como míticos".
La visión mítica implica sustraerse o
ignorar las condiciones históricas, políticas y culturales en las cuales se
inscribe la producción de determinados objetos. Aquí el término mítico está
utilizado en el sentido propuesto por Roland Barthes. Este utilizó la palabra
"mito" para referirse a la tendencia generalizada por considerar las
creaciones tecnológicas como si fueran creaciones divinas, como si formaran
parte del orden natural de las cosas.
Para Postman, nuestro entusiasmo por la tecnología
puede evolucionar hacia una forma de idolatría y nuestra creencia en sus beneficios
puede ser una falsa realidad. La mejor manera de ver a la tecnología es como a
un intruso o extraño, recordando que la tecnología no es parte de un plan
divino sino el producto de la creatividad humana y nuestro orgullo, y su
capacidad para el bien o el mal queda siempre pendiente de lo que los humanos
digamos que puede hacer por nosotros y a nosotros.
En síntesis, las cinco tesis
formuladas por Postman pueden ser consideradas como argumentaciones que
permiten matizar la forma en cómo el cambio tecnológico impacta en las
manifestaciones sociales, económicas y culturales de las sociedades contemporáneas;
de manera que gran parte de su imagen positiva no es el resultado de sus
beneficios reales, sino de grandes campañas de marketing, que forman
parte del propio sistema tecnológico.
Más
recientemente, en una de sus últimas publicaciones, Neil Postman, ha planteado
una distinción relevante entre una tecnología y un medio. Así, una tecnología
se convierte en un medio cuando obtiene un lugar en un contexto social
determinado. De tal manera que, una tecnología es simplemente una herramienta,
una máquina, mientras que un medio es una creación social y cultural (Postman,
2006, 145). Este planteamiento implica que la utilización de una tecnología por
parte de una determinada cultura en particular no es necesariamente la única
forma en que puede ser utilizada. En consecuencia es posible utilizar una
tecnología de modo que sus consecuencias sociales, económicas o políticas sean
muy diferentes de una cultura a otra. Por lo tanto, esa “transformación” de una
tecnología en un medio útil y aplicable, es un proceso que tiene que llevarse a
cabo tanto en un plano social e institucional, como en un plano personal,
buscando y encontrando esa “utilidad real” que la tecnología puede aportar como
valor añadido.
4. La innovación
educativa y su vinculación con la utilización de las TIC.
La incorporación de las TIC en los
proyectos educativos de centros de enseñanza debe ir acompañada de innovaciones
pedagógicas referidas a diferentes dimensiones como las estructuras y modos de
organización escolar, los métodos de enseñanza o sistemas evaluativos. Muchos
investigadores señalan que deben desarrollarse proyectos de investigación
dirigidos a comprender las características de las innovaciones tecnológicas
exitosas, tanto en contextos locales, regionales o nacionales.
Por lo tanto, la
innovación educativa es un concepto clave ya que se dedican muchos recursos y
esfuerzos a propiciar procesos de innovación en las aulas de los diferentes
niveles educativos. Existen muchas aproximaciones a este concepto. Aquí se
propone una definición de innovación educativa formulada por Landow, entendida como
el conjunto de iniciativas que induzcan a los profesionales a pensar de un modo
nuevo en la forma que tienen de hacer sus tareas. No se trata de un manejo
ambicioso del concepto en el sentido de que los cambios venidos de la
innovación sean radicales o totales, sino que esos modos nuevos de hacer las
cosas puedan conducir a un cambio beneficioso, aunque no tenga éxito o no dure
mucho tiempo. Sin embargo, aportan el valor de repensar la enseñanza y el
aprendizaje.
Es
decir, lo relevante es el desarrollo del proceso no el resultado final. Tal
como se señala en el mundo de la literatura con insistencia, lo importante es
el viaje no el destino. Lo que aporta son las experiencias vividas para llegar
a un lugar, no el lugar en sí mismo.
Las instituciones
educativas, todavía aferradas a las prácticas formativas basadas en la
tradición de la letra impresa, necesitan repensar sus formas de funcionamiento.
En palabras de Ilana Snyder (2004) es necesario rediseñar el modelo industrial
de educación en función de que los jóvenes precisarán de complejos repertorios
de alfabetismo fuera de las instituciones educativas. En lugar de repensar la
escolarización, las escuelas están adaptando las tecnologías para hacerlas
similares a la escuela. Bigum (citado por Snyder) ha planteado el desarrollo de
una sensibilidad de diseño basada en la relación, para que los centros
educativos cambien el centro de atención desde cómo integrar las TIC en el
currículum a cómo considerar a las propias escuelas como una organización
social que se relaciona con otras instituciones sociales, los gobiernos y otras
escuelas.
Bibliografía
consultada.-
De
Pablos, J. (coord.) (2003). La tarea de educar. Madrid, Biblioteca
Nueva.
McLuhan,
M. (1996). Comprender los medios de comunicación. Las extensiones del ser
humano. Barcelona, Paidós.
Molinuevo, J. L. (2004). Humanismo y nuevas tecnologías.
Madrid, Alianza Editorial.
Molinuevo,
J.L. (2006). La vida en tiempo real. La crisis de las utopías digitales.
Madrid, Biblioteca Nueva.
Pittinsky, M. (Comp.)
(2006). La Universidad
conectada. Perspectivas del impacto de Internet en la educación superior. Málaga, Ediciones Aljibe.
Postman, N. y Wingartner,
Postman, N. (2006). Cuestionamiento
de los medios de comunicación, en Pittinsky, M.: La Universidad conectada. Perspectivas del impacto de Internet en
la educación superior. Málaga, Ediciones
Aljibe, pp.143-155.
Qui, M., Davis, S. y Gregory, S. (2003). Students’ attitudes toward
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Sancho, J.M. (1998).
La tecnología: un modo de transformar el mundo cargado de ambivalencia, en
Sancho, J.M.: Para
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Sancho, J.M. (2006). De tecnologías de la
información y la comunicación a recursos educativos, en Sancho, J.M., Tecnologías
para transformar la educación. Madrid, UNIA/Akal, pp. 15-49.
Shallis, M. (1984). El ídolo de silicio.
Barcelona, Salvat.
Snyder, I.
(comp.) (2004). Alfabetismos digitales. Comunicación, Innovación y Educación en la Era
Electrónica. Málaga, Ediciones Aljibe.
[1] Facultad de Ciencias de la
Educación. Universidad de Sevilla. Correo electrónico:
[2] El poder tiene miedo de Internet. Entrevista a Manuel Castells, El País, 6/01/2008.
[3] Para ampliar los
argumentos sobre estas cuestiones se sugiere leer el diálogo mantenido entre la
profesora Juana María Sancho y el autor, publicado en el libro titulado: La
tarea de educar, (pp. 113-151).
[4] Publicado originalmente en 1971.
[5] A consultar en: http://www.globalizacion.org/desarrollo/PostmanCambioTecnologico.htm