Pobreza genera fracaso escolar: ¿verdadero o falso?

 

Por Ana Luiza Machado

Directora

Oficina Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y el Caribe

www.unesco.cl

 

Comienza el año escolar y es el momento oportuno para analizar una discusión ya tradicional en muchos países de América Latina y el Caribe: ¿la repetición, abandono y escasos niveles de aprendizaje que experimentan los niños en la educación básica son consecuencia de su condición social?

Como lo revela la información acopiada por la Oficina Regional de la UNESCO para América Latina y el Caribe, los aspectos socioeconómicos se encuentran estrechamente vinculados al fracaso de los niños en la educación básica de nuestros países. Sin embargo, también es posible observar que algunas escuelas que atienden a niños en situación de desventaja social logran resultados que superan con creces lo que cabría esperar si la relación antes descrita explicara con férrea rigidez el destino educativo de ellos. Así, estos casos destacables muestran que la condición socioeconómica de los estudiantes no puede ser esgrimida como una “coartada” para explicar su fracaso en la escuela. Más bien es la escuela que fracasa al no asegurar el éxito de estos niños. Hay casos concretos que demuestran que si se presta suficiente atención a las condiciones particulares de los alumnos y éstas son trabajadas arduamente, la escuela puede tener éxito en condiciones sociales muy difíciles. Así, ella puede hacer la diferencia en el futuro de sus alumnos.

Siendo impostergable que los Estados asuman con firmeza su responsabilidad en el combate a la pobreza, los problemas educativos requieren de acciones propias que tienen que ver directamente con aquellos aspectos de las prácticas educativas que explican el éxito escolar.

En este sentido, los Ministros de Educación de América Latina y el Caribe convocados por la UNESCO en noviembre de 2002, convinieron que para lograr los objetivos mundiales del programa Educación para Todos seria necesario reorientar las políticas educativas de modo a prestar atención a cinco focos estratégicos: a) los contenidos y prácticas de la educación para darle sentido al aprendizaje; b) los docentes para que puedan atender a las necesidades de los alumnos; c) la cultura de las escuelas para que incentiven la participación, responsabilidad y convivencia; d) la gestión y flexibilización de los sistemas educativos para que puedan atender la diversidad de los estudiantes; y e) la responsabilidad social por la educación para que todos se sientan responsables por sus logros o fracasos.

Estos focos buscan organizar la acción requerida para emprender los necesarios procesos de cambio educativo que aseguren que la escuela sea exitosa para todas las personas; es decir, prestando particular atención a las necesidades de los más vulnerables. Sólo de este modo la educación puede cumplir efectivamente su rol de creadora de igualdad de oportunidades.

Dichos procesos de cambio educativo obligan a revisar los supuestos sobre las formas tradicionales y convencionales mediante las cuales se ha administrado la práctica educativa en las escuelas. Muchas preguntas deben ser planteadas si deseamos que la educación sea exitosa para todos, incluso para los pobres. Menciono apenas algunas de ellas: ¿Puede la escuela cumplir su papel sin el apoyo de otros ámbitos y espacios educativos? ¿Es la repetición efectivamente una segunda oportunidad que garantiza posibilidades de aprendizaje a los alumnos que tuvieron dificultades? ¿Debe la docencia escolar ser una ocupación cerrada a personas con una formación profesional distinta a la pedagogía? ¿Cuáles son los ámbitos sobre los que debe existir autonomía de las escuelas y cuáles los recursos necesarios para asegurar que dicha autonomía sea efectiva?

La educación latinoamericana parece encontrarse presa de condicionamientos estructurales que, si bien son significativos, no pueden ser un determinante rígido de su accionar. Tenemos frente a nosotros grandes desafíos, pero por fortuna también los espacios para enfrentarlos, suficientes evidencias y algunos consensos para saber cuáles son los aspectos que hay que enfocar para lograr resultados que beneficiarán, en primer lugar, a las personas menos favorecidas de nuestra región.

Uno de los consensos es que se requiere un esfuerzo que permita poner mayor énfasis en el rol de los actores involucrados en la educación a nivel de la escuela, sean alumnos, docentes o dirigentes. Son personas las que hacen la educación y deben sentirse responsables por sus resultados.

 

 

SANTIAGO

 

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