¿ De qué hablamos cuando hablamos de
Educación a Distancia ?
por Jorge Eduardo Padula Perkins *
La educación a distancia ha adquirido una dimensión
extraordinaria en este siglo, en gran medida debido a la aplicación de las nuevas
tecnologías de la información y las comunicaciones en función didáctica.
No obstante, no se trata de una modalidad didáctica
emergente del desarrollo de tales tecnologías. El valor de la educación a
distancia no se halla en las herramientas que utiliza sino en la concepción
pedagógica teórica y práctica con que se planifica, estructura y ejecuta. En
este sentido sus antecedentes se remontan a más de 250 años atrás.
En líneas generales se trata de un procedimiento educativo
cuyas características específicas radican en la separación física entre el
maestro y el alumno y la consecuente mediatización de los contenidos.
Junto con la planificación propia de toda actividad
educativa, adquieren particular relevancia es esta modalidad la elaboración de
materiales de diseño específico y la gestión no presencial del docente a través
de las denominadas tutorías.
Así el alumno, el docente tutor y los materiales (que
incluyen tanto los contenidos conceptuales de la materia tratada como las
instrucciones respecto de cómo enfrentar la tarea formativa) constituyen las
tres patas sobre las cuales funciona el sistema no presencial de capacitación.
A diferencia de un estudiante libre, el alumno en
situación de aprendizaje a distancia será orientado permanentemente por el
sistema, que le planteará modos, tiempos y formas de acercamiento a los
contenidos, como así también ejercicios de aplicación, verificación y
autoevaluación que lo preparen para posteriores instancias de evaluación, en
casos de carácter presencial.
Universidades y centros de estudio de distintos lugares
del mundo avanzan en el desarrollo de proyectos que adoptan esta modalidad
pedagógica.
Pero la educación a distancia es también una tentación
para los negocios de corte educativo.
Dicho de otro modo, las posibilidades de estructurar cursos a distancia
con ciertos avales de dudoso valor académico y que resulten altamente
rentables, son muchas y muy concretas.
De hecho, junto con la ampliación de la capacidad
operativa de las universidades y otras casas de estudio en orden a la educación
no presencial, ha aparecido en los últimos años una amplia oferta de
capacitación permanente, en su mayoría no formal, pero también con avales
académicos, que denotan una clara intención comercial.
Si bien la actividad educativa rentada es una empresa
probadamente lícita cuyos aportes a la educación en general resultan no
solamente indiscutibles sino también destacables, su libre ejercicio puede ser
aprovechado por intereses espurios.
Ya en
sus orígenes la educación a distancia estuvo asociada a cierta ausencia de
rigurosidad académica. Y eso se debió a que, paralelamente con un desarrollo
cuasi experimental en las universidades de la metodología de enseñanza no
presencial, surgió el aprovechamiento sistemático y prácticamente anòmico de
ofertas de cursos a distancia carentes de sustento institucional y/o
pedagógico.
Porque redactar unos instructivos, que en casos no se
diferenciaban demasiado de un simple manual (porque no contaban con el diseño
pedagógico adecuado), proponer algunas actividades prácticas, evaluar ese
procedimiento y finalmente acreditar el hecho, ha sido el claro negocio de
muchos.
Motores, relojería, decoración, bonsái, y otras cuestiones,
formaron parte de la oferta, generalmente dirigida a públicos no avezados en
cuestiones educativas, pero ansiosos por aprender y mejorar sus perspectivas
personales y sociales.
Resulta que si bien la producción del material para la
educación a distancia, puede insumir inicialmente ciertos gastos de magnitud,
sobre todo si se responde a una adecuada planificación, diseño pedagógico y
estilístico y edición, esa inversión inicial es factible de ser amortizada
mediante su utilización intensiva a través del tiempo.
De este modo los costos por unidad de los materiales se
reducen en la medida en que se expande su utilización hacia cientos y miles de
alumnos que pagan por ese material siempre un valor fijo, cuyo margen de
rentabilidad aumenta en forma directamente proporcional con las cantidades
vendidas.
Más aun, en la actualidad resultan menos onerosas todavía
que los impresos, las reproducciones del material en CD rom, no obstante su
precio de venta en el paquete educativo alcanza al de los materiales en papel y
hasta los supera, al amparo de la novedad tecnológica y los visos de actualidad
que el sistema adquiere con su adopción. De modo tal que se invierte menos y se
cobra más.
De allí la tendencia a ofrecer cursos a distancia de
distinta índole en soportes informáticos que les otorgan apariencia de
modernidad al tiempo que bajan costos operativos. Esta utilización no invalida
las ventajas de tales tecnologías, sino que se hace un aprovechamiento
coyuntural de lo que podría aun considerarse como un momento de transición
tecnológica. Porque los potenciales usuarios están motivados por la novedad y
las ventajas de esos elementos, debido a lo cual no están en condiciones de
juzgar equilibradamente las ventajas y debilidades de los mismos en comparación
con otros soportes como el video, el audio y el tradicional papel.
Las versiones on line ni siquiera requieren el costo del
CD, aunque sí reclaman una inversión en equipos para el servidor. Los usuarios
toman los materiales de esos llamados “campus virtuales”, "webCT" o
“plataformas de e-learning” mediante identificación personal y clave de acceso.
En este marco de cosas, aparece la expresión de moda:
e-learnig, es decir, la educación electrónica, que no es sinónimo de educación
a distancia, sino una de las formas que ésta puede adoptar en la práctica, en
tanto y en cuanto utilice recursos electrónicos para mediatizar los contenidos.
Las facilidades con las que el desarrollo tecnológico dota
a la formación no presencial se traducen de hecho en la preparación y oferta de
cursos de la más diversa índole, la generación de plataformas en tal sentido y
la oferta de avales mediante la creación de instituciones educativas propias.
En casos aparecen convenios con entidades formativas
existentes que no tienen adecuada su tecnología para la creación de una
plataforma tal y están interesadas en generar una oferta no presencial, tanto
por las posibilidades de expansión de los servicios educativos, como porque le
permite una adecuación a los tiempos y la consecuente modernización. En casi
todos los casos, la variante constituye una posibilidad cierta de generar
ingresos pecuniarios.
En este sentido, los críticos más radicalizados ven en la
educación a distancia una amenaza a la educación pública, gratuita e igualitaria
y la denuncian como instrumento para desarrollar la privatización de la
educación mediante su transformación en una empresa de tipo industrial
altamente rentable y segregadora de
grandes sectores de la sociedad.
Lo cierto es que en el terreno de la formación no
presencial entran tanto organizaciones educativas respaldadas por la capacidad
de su idoneidad y la de su cuerpo docente, como improvisados grupos comerciales
orientados exclusivamente por fines de lucro y en ocasiones hasta carentes de
solidez académica. En medio de esos extremos, una amplia gama de posibilidades
en forma de cursos y carreras con mayor o menor validez.
Respecto de las temáticas y niveles, valga citar como
ejemplo que se ofrecen carreras de grado y posgrado junto con cursos de la más
diversa índole que abarcan, entre otras, cuestiones tales como filosofía,
música, plásticos, religión, medicina,
salud e informática.
En definitiva, y al igual que ocurre en los formatos
presenciales, en educación a distancia no toda la oferta es digna de igual
consideración.
El futuro estudiante deberá estar atento a la calificación
y valoración de tales ofrecimientos en orden a su respaldo académico,
trayectoria, reconocimiento y validez de la acreditación, relación
costo-beneficio, etc.
El potencial alumno a distancia deberá evitar ser
encandilado por la forma con que las nuevas tecnologías permiten la
presentación del e-learning y razonar respecto de los contenidos, el
tratamiento académico y pedagógico, el costo y el respaldo ético e institucional
con que se avala cada oferta.
FUENTES:
-
Padula
Perkins, J. (2000): “Educación a distancia ¿Un gran negocio o una solución
democratizadora?” [en línea]. Venezuela Analítica. 8 agosto 2000.
<http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/3923703.asp >. [Consulta:
9 agosto 2000].
-
Padula
Perkins, J. (2002): “Tecnología, mercado y educación a distancia” [en línea].
Boletín Electrónico de Noticias sobre Educación a Distancia. 8 noviembre 2002. http://www.uned.es/bened [Consulta: 8
noviembre 2002].
-
Padula
Perkins, J. (2003): Una introducción a la Educación a Distancia. Fondo de
Cultura Económica. Buenos Aires.
-
Solano,
Gabriel: “Educación a Distancia: El negocio del siglo” [en línea]. En defensa
del marxismo. Noviembre 1999. http://www.po.org.ar/edm/edm25/educacin.htm
[Consulta: 13 abril 2003].
* Licenciado en Periodismo y Analista en
Medios de Comunicación Social, Universidad del Salvador.
Realizó cursos de Capacitación Docente, Instituto
Universitario de la
Participó en el I Congreso Internacional de Nuevas Tecnologías
y Necesidades Educativas Especiales, Consejería de Educación y
Universidades región de Murcia, España; las Jornadas de capacitación Reflexiones sobre los aportes de Internet y
otros medios a la educación, IPSC y Fundación Noble; el Primer Congreso
Virtual Integración sin Barreras en el
Siglo XXI, Redespecialweb.org; el Congreso Internacional Virtual de
Educación (CIVE 2001 y 2002), cibereduca.com.
Consultor en comunicación
pedagógica para la EAD.
Columnista especializado en temas
de EAD en diversos sitios web.
Miembro activo de la Red de
Estudiosos de la Educación a Distancia en el ámbito Iberoamericano (REEDI) de
la Cátedra UNESCO de Educación a Distancia (CUED).
Autor del libro “Una introducción
a la educación a distancia” editado
(marzo de 2003) por el Fondo de Cultura Económica de Argentina.