Los medios de comunicación
y la educación ciudadana
Miguel Acosta *
Los medios de
comunicación constituyen uno de los factores fundamentales que pueden
contribuir a la educación cívica debido a su capacidad de inculcar a una enorme
audiencia los valores y prácticas ciudadanas que requiere todo régimen
democrático.
La falta
de impulso a la educación ciudadana en México se explica por el tipo de régimen
político que vive el país: un régimen formalmente democrático en el cual aún no
rigen completamente las normas propias de tal sistema de gobierno. Los medios
de comunicación, en general, no han contribuido a establecer una relación
democrática entre la ciudadanía y el gobierno que aliente a los ciudadanos a
participar de manera cotidiana en los asuntos públicos, y que permita a los
funcionarios ser responsables ante quienes los eligieron con su voto.
La
mayoría de los medios ha contribuido más bien a reproducir una relación,
definida por algunos investigadores del sistema político mexicano, como la que
existe entre un súbdito y un monarca, en la cual los individuos no hacen más
que obedecer las órdenes reales. En la actualidad, los medios no proporcionan a
los espectadores los elementos necesarios para formarse un criterio o una
opinión respecto a los contenidos de los mensajes recibidos.
Este
folleto considera a los medios de comunicación factores determinantes en la
educación cívica en México. Su objetivo es presentar un panorama general del
manejo informativo en los medios de comunicación y de las relaciones de éstos
con el gobierno y con la sociedad para valorar el papel que pueden jugar en la
promoción de una educación ciudadana. Para lograrlo hablaremos de la educación
ciudadana; se revisará el estado que guardan la libertad de expresión y el derecho
a la información, dos aspectos que aportan elementos para evaluar el nivel de
la educación cívica. Asimismo, se expondrá una experiencia de educación cívica
relacionada con los medios de comunicación en el marco de las elecciones
federales de 1994; finalmente, se proponen algunas líneas de acción para
impulsar la educación cívica surgida desde la propia sociedad.
Bases
para la educación ciudadana
En
México no se ha observado interés por estudiar y promover la participación
ciudadana como un elemento de la práctica democrática. Hasta la fecha, el
Estado y los medios sólo han fomentado una educación cívica entendida como la
costumbre de honrar los símbolos de la patria (la bandera, el himno nacional y
la independencia, entre otros). Según un autor que aborda el tema de una nueva
cultura ciudadana, en nuestro país "... no hemos alcanzado la mayoría de
edad como ciudadanos... "1
Esto
significa que existe un vacío en materia de cultura ciudadana entendida
como:
...los
valores, motivaciones y conductas que expresamos día tras día en la relación
que tenemos con las otras personas con las que vivimos y con los que nos rodean
en el pueblo, ciudad o país en donde habitamos. La cultura ciudadana es la
forma en que entendemos y ejercitamos los derechos y obligaciones que tenemos
como miembros de una comunidad.2
Para
efectos de este análisis, entendemos por educación ciudadana el conjunto de
acciones llevadas a cabo por diferentes instituciones y organizaciones sociales
que tienen como objetivo el desarrollo de actitudes, valores, principios y
normas de convivencia democrática, que alienten en los individuos la pluralidad
y la tolerancia hacia quienes pueden formar diversas alternativas políticas y
de gobierno, sin que se impongan los valores mayoritarios a las minorías. De
alguna manera, significa un proceso de organización y de participación
consciente de los ciudadanos en los asuntos del país.
Los
medios de comunicación y el régimen político en México
El
sistema político vigente es una democracia formal en la que existe un
presidencialismo con características propias que permean las acciones
gubernamentales. Este régimen político es herencia de la Revolución mexicana y
de la forma en que se organizó el Estado con el triunfo de las fuerzas
constitucionalistas. Cada uno de los sucesivos gobiernos emanados de ese
movimiento se interesó más en mantener un sistema político que asegurase la
transmisión pacífica del poder político que en la posibilidad de crear las condiciones
que permitieran el desarrollo de la democracia en el país. De hecho, el país
vivió un largo periodo en el que el partido del gobierno no tuvo una oposición
electoral verdadera; no existían las condiciones para que los partidos de
oposición se fortalecieran lo suficiente para vencer en las elecciones.
Esta
característica del sistema político mexicano generó una serie de prácticas
electorales que tendieron a influir en la voluntad electoral de los mexicanos e
hizo que los actores políticos buscaran espacios para la protección de sus
fines e intereses. Los medios de comunicación, al igual que otros actores
políticos como los empresarios, la Iglesia católica, etcétera, se adecuaron a
la naturaleza del sistema político mexicano. Hablar de la relación que los
medios de comunicación han establecido con el Estado en los últimos cincuenta
años, significa reconocer que en la historia reciente no existió independencia
de los medios respecto al Estado. En el centro de esta relación se encuentra la
actitud que el Estado y los medios de comunicación han tenido ante la libertad
de expresión y las repercusiones de esta relación en el derecho a la
información.
Por
principio, existen bases jurídicas que regulan ambos derechos. El fundamento
legal de la libertad de expresión se encuentra en el artículo 6º de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cual afirma que
"la manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición
judicial o administrativa, sino en el caso que ataque a la moral, los derechos
de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden público".3
Las limitaciones a la libertad de expresión derivadas de estos supuestos no
están bien definidas en ningún ordenamiento secundario como la Ley de Imprenta,
promulgada por Venustiano Carranza en 1919, o la Ley de Radio y Televisión de
1960; existe un alto margen de discrecionalidad en la aplicación de los
ordenamientos que regulan esta libertad por parte de las autoridades.
En lo
que respecta al derecho a la información, apenas hace 20 años se consideró
necesario elevarlo a rango constitucional. Esta garantía incluye el derecho de
los habitantes a recibir información por parte de los medios de comunicación y
del Estado. En 1977 se agregó al artículo 6º Constitucional la idea de que "...el
derecho a la información será garantizado por el Estado".4
Esta es
la única referencia legal explícita al respecto, debido a que diversos sectores
no han considerado conveniente reglamentar este derecho; por ello, no existen
lineamientos que precisen el alcance de los derechos y obligaciones del Estado,
los medios de comunicación y de los ciudadanos en el terreno del derecho a la
información.
La
historia de la relación de los medios de comunicación con el Estado adquiere
sentido en el contexto del sistema político y jurídico mexicano, en cuyo seno
se estableció una relación mutuamente benéfica, basada en el acercamiento y la
colaboración para alcanzar sus respectivos fines. Esto permitió al Estado
contar con medios de comunicación cercanos y receptivos a eventuales
sugerencias sobre el tratamiento que deberían de dispensar a algún tema de
interés gubernamental; en el caso de los medios de comunicación, se les
permitió obtener un espacio político-económico y un régimen legal
propicio para su expansión y crecimiento económico, siempre y cuando no fueran
críticos de las acciones gubernamentales. Para el profesor Trejo Delarbre, la
relación medios-Estado ha sido una relación versátil y contradictoria que se
alimenta de conveniencias y presiones mutuas en la cual los medios son vistos
como negocio más que como instrumentos de servicio público, actitud fomentada
por el Estado.5
Breve
recuento de la relación de los medios de comunicación con el Estado
El
acercamiento entre los medios de comunicación y el Estado se produjo a partir
de la década de los cincuenta; había quedado atrás la experiencia nacionalista
del presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) y el país fue conducido a un
esfuerzo de crecimiento capitalista a partir del sexenio de Miguel Alemán
(1946-1952). De esta época data el acercamiento de los dueños de los periódicos
con el Presidente en turno, sintetizado en la celebración del Día de la
Libertad de Prensa; este día fue instituido a principios de los años cincuenta
por los dueños de los periódicos para agradecer al primer mandatario la
"vigencia" de este derecho en nuestro país. El tipo de relación
establecida desde entonces entre los empresarios de los medios de comunicación
y el gobierno ha sido de colaboración y de elogios mutuos; basta leer alguno de
los discursos pronunciados en esas celebraciones para apreciar el tono cordial
predominante en ellas.
Este
tipo de relación se reflejó en la línea informativa adoptada por la mayoría de
los medios informativos: enfatizar y presentar, casi exclusivamente, las
opiniones generadas por el gobierno en temas económicos, políticos y sociales;
dejar de lado o ignorar aquellas opiniones contrarias a la versión
gubernamental. Esta manera de informar sin observar criterios periodísticos de
objetividad y veracidad, implicó coartar la libertad de expresión y el derecho
a la información.
La
situación jurídica descrita anteriormente ha servido para que la libertad de
expresión no se cumpla en los hechos a pesar que de manera sistemática los
regímenes posteriores a la Revolución mexicana han profesado su apego a la
vigencia de este precepto constitucional. En innumerables ocasiones, la
libertad de expresión ha estado subordinada a intereses estatales,
empresariales o particulares; los gobiernos han aplicado diversos tipos de presiones
a los medios de comunicación y a los trabajadores de éstos para impedir que se
difunda información considerada adversa al gobierno o a determinados
funcionarios; inclusive, muchos informadores han sido amenazados, sufrido algún
daño físico o han llegado a perder la vida por tratar de ejercer su libertad de
expresión.
A lo
largo de los años, algunas publicaciones que buscaron ejercer una línea
editorial independiente tuvieron que cerrar debido a presiones gubernamentales.
En otros casos, ciertos periodistas renunciaron al medio en el cual laboraban
para evitar faltar a la verdad o a la objetividad. No se desarrolló en los
medios de comunicación nacionales un sentido de independencia debido a la
existencia de prácticas que aún hoy afectan la integridad periodística; nos
referimos al "chayote" y la "gacetilla". El
"chayote" es una práctica a través de la cual los reporteros reciben
compensaciones en dinero o en especie de la fuente que cubren, hecho que
compromete su capacidad de informar objetivamente. La "gacetilla" es
una inserción pagada publicada por un medio informativo como si fuese una nota
informativa generada por el propio medio, sin advertir al lector que es una
forma encubierta de propaganda política ni que su inclusión responde a
criterios mercantiles. Estas prácticas se complementan con la existencia de
mecanismos susceptibles de ser utilizados por el Estado en contra de medios
independientes, tales como el retiro de la publicidad gubernamental, la amenaza
de rescindir las concesiones de los medios electrónicos o impedir la
circulación de publicaciones impresas.6
Un
ejemplo de las presiones ejercidas sobre los medios independientes lo
constituye el fragmento del artículo en el cual Manuel Marcué Pardiñas,
director del semanario Política y puntual crítico gubernamental en la
década de los sesenta, anunciaba su cierre en diciembre de 1967:
Sobornos,
coacciones, amenazas, bloqueos económicos, negativas para obtener papel
mediante su pago, inquisiciones policiacas, amedrentamiento pertinaz de colaboradores,
escritores, editorialistas y de los trabajadores de los talleres... y, en fin,
todo el peso de la maquinaria gubernamental y su falaz concepción de la
libertad de prensa se echaron encima de Política .7
Dicho
tipo de presiones gubernamentales llevó a los medios a dejar de cubrir con
objetividad y veracidad importantes acontecimientos posteriores a la década de
los cincuenta, tales como los movimientos ferrocarrilero y de médicos, la
muerte de Rubén Jaramillo en Morelos, etc.
En lo
que respecta a la televisión, de manera permanente se mantuvieron las formas
tradicionales de presentar la información sin la suficiente objetividad y
veracidad. La televisión fue un medio que empezó a desarrollarse y expandirse a
partir de la década de los años cincuenta. En México se observó un proceso de
conformación de Televisa (inicialmente Telesistema Mexicano) como la empresa
televisiva más importante del país. Esta empresa creció y se desarrolló
alentada por políticas gubernamentales. En sus noticiarios, sobre todo en el
caso de 24 Horas conducido desde principios de los setentas por Jacobo
Zabludovsky, se difundió la versión gubernamental, excluyendo las voces
discordantes. Este carácter progubernamental también fue característico de
otras empresas televisivas.
En los
procesos electorales no se ha cumplido con los cánones periodísticos: los
medios de comunicación han tendido a dar preferencia en su cobertura
informativa a los candidatos del partido en el gobierno a diferentes cargos de
representación. Este tipo de cobertura no se dispensó a los candidatos de los
partidos políticos de oposición; por el contrario, se minimizó o se ignoró a
los candidatos y partidos que pudieran convertirse en una opción real frente al
partido gubernamental; y se otorgó una cobertura diferente a aquellos partidos
que permitieran restar votos al más fuerte partido de oposición. Con este tipo
de cobertura, los medios de comunicación no han cumplido los criterios de
objetividad, oportunidad y veracidad que en teoría deberían de velar por su
cumplimiento, con lo que dejaron de lado su responsabilidad social y su función
de educación ciudadana.
En suma,
podemos afirmar que la limitación de la libertad de expresión se relaciona con
un tipo de régimen político:
Así como
toda limitación, por mínima que sea a la libertad de expresión significa una
forma de antidemocracia, también todo esfuerzo por ampliar, diversificar o
innovar las posibilidades de comunicación por parte de grupos sociales,
constituye un avance hacia la pluralidad de ideas.8
La
libertad de expresión en México
La
transformación de este tipo de relación subordinada entre los medios de
comunicación y el Estado se produjo de manera difícil y no exenta de retrocesos
a partir de los finales de la década de los sesenta. Existe consenso en afirmar
que los avances en la libertad de expresión que actualmente se observan en el
país se iniciaron con la experiencia del periódico Excélsior, en la
época en que fue dirigido por Julio Scherer García (1968-1976); en esa etapa
dicho diario fue el más leído de México y ejerció un periodismo basado en los
cánones de la profesión, al presentar de manera objetiva y veraz la información
de importantes acontecimientos, como el movimiento estudiantil de 1968.
Esta experiencia terminó a finales del sexenio de Luis Echeverría (1970-1976).
Scherer y un grupo de periodistas abandonaron Excélsior debido a que una
asamblea de cooperativistas destituyó al primero de la Dirección General de
manera irregular. Dicho acontecimiento (uno más de los tantos sucesos en los
cuales se atentó contra la libertad de expresión) motivó la creación de nuevas
publicaciones que retomaron como bandera su independencia frente al gobierno y
apelaron a grupos sociales para que apoyaran la existencia de órganos
periodísticos plurales, objetivos y veraces; de esta manera, aparecieron en
poco tiempo publicaciones como las revistas Proceso y Vuelta, así
como el diario unomásuno, todas dirigidas y conformadas por periodistas
del Excélsior de Scherer, y que se mantuvieron gracias al apoyo de sectores
de la sociedad mexicana.
A fines
de los años setenta, la prensa escrita experimentaba una situación nueva en la
cual existían medios de comunicación que criticaban la gestión gubernamental,
en general, y la política económica del boom petrolero, en particular.
Es conveniente aclarar que si bien después de los años cuarenta existieron
publicaciones impresas que practicaron un periodismo independiente como Siempre!
y Política, no fue sino hasta la década de los sesenta cuando las
condiciones políticas y sociales condujeron a un agotamiento de los rasgos
autoritarios del sistema político y empezó a ser necesaria la existencia de
medios informativos independientes. ¿Qué es lo que explica esta situación?
El hecho
de que circularan y se desarrollaran medios de comunicación plurales e
independientes fue posible gracias a que aparecieron nuevos actores políticos y
sociales críticos del quehacer gubernamental. La misma sociedad mexicana se
transformó y empezó a participar de manera más activa en procesos políticos y
sociales. Diversos acontecimientos explican esta actitud de la sociedad
mexicana: la intensiva participación de la sociedad civil después del terremoto
de 1985; el movimiento del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), a finales
de 1986 y principios de 1987; la ruptura de Cuauhtémoc Cárdenas y la Corriente
Democrática con el PRI a finales de 1987, así como la campaña electoral del
primero a la Presidencia de la República en 1988; la disputa en torno a la
firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) ocurrida entre 1990 y 1993; el
alzamiento indígena en Chiapas en enero de 1994, y, finalmente, las elecciones
presidenciales de ese mismo año. Tales sucesos fueron importantes en la
historia reciente del proeso de transformación política y de democratización
del país; reflejaron una sociedad cada vez más participativa, la cual ya no
cabía en el modelo político autoritario de los años precedentes.
Estos
cambios en el sistema político modificaron el ambiente en el cual los medios de
comunicación habían operado hasta entonces; el viejo modelo de hacer periodismo
caracterizado por presentar principalmente la cara oficial de la información
empezó a agotarse, más no a desaparecer. De hecho, el periodismo
progubernamental empezó a agotarse a raíz del movimiento de 1968 cuando amplios
sectores sociales movilizados afirmaron que la prensa estaba vendida al
gobierno al no presentar con objetividad y veracidad los eventos relativos al
movimiento estudiantil.
Desde
entonces, los medios de comunicación impresos en México se han transformado
lentamente, volviéndose más abiertos y plurales para reflejar la vitalidad de
la sociedad mexicana y su interés en ejercer la libertad de expresión;
algunos medios empezaron a establecer un nuevo tipo de relación independiente
con el gobierno. Además de los medios arriba indicados, surgieron otros que han
enriquecido notablemente las opciones de los medios de comunicación en el país.
Avances
en la libertad de expresión
En la
medida en que el sistema político empezó a experimentar un proceso de
democratización en los años ochenta, surgieron medios de comunicación impresos
interesados en practicar un periodismo acorde con este nuevo ambiente.
La
sociedad civil empezó a buscar aquellos medios que le brindaban información
oportuna; los medios informativos que estuvieron atentos a las demandas y
acciones de la sociedad ganaron presencia en la opinión pública, misma que
empezó a tener expresión y peso en la arena política. A principios de los años
ochenta (1981) se fundó El Financiero, periódico especializado en
asuntos de economía y finanzas. En 1984, un grupo de periodistas de unomásuno
tuvieron diferencias con el director Becerra Acosta y decidieron salir del
diario para fundar La Jornada. El nuevo medio logró interesar a un grupo
de personalidades de partidos políticos diversos, del propio gobierno, artistas
e intelectuales deseosos de participar en un periódico que "diera voz a
quienes carecían de ella" y que representara la nueva pluralidad de la
sociedad. Asimismo, emergieron otros medios que propusieron ejercer un
periodismo independiente, como El Economista y, recientemente, Reforma.
Medios decanos del periodismo, como Excélsior, El Universal o El
Nacional (diario gubernamental), entre otros, tuvieron que hacer cambios en
su forma y contenido para enfrentar la competencia de los nuevos diarios.
En el
interior del país se han desarrollado y consolidado medios independientes que
practican un periodismo basado en los cánones informativos. Medios como El
Norte de Monterrey (cuyos dueños crean el Reforma), Siglo XXI
de Guadalajara, Diario de Yucatán de Mérida, entre otros, permiten
pensar en la posibilidad de medios adecuados a un país democrático, alejados de
las prácticas periodísticas viciadas.
En el
caso de la televisión, la actitud de Televisa de privilegiar las voces
gubernamentales le ocasionó en los ochenta problemas de credibilidad ante
crecientes sectores que empezaron a criticar severamente a esta empresa. El
desarrollo de partidos políticos de oposición, movilizaciones sociales de
importancia y propuestas para reorientar los medios de comunicación en
beneficio de la sociedad motivaron un cambio limitado de actitud de Televisa,
insuficiente para eliminar el carácter oficialista de sus noticiarios. En
acontecimientos políticos significativos, este consorcio tendió a ignorar o a
no dar importancia a los actores no gubernamentales, a hacer propaganda de las
posiciones gubernamentales, llegando en ocasiones extremas a distorsionar,
omitir y hasta perjudicar la fama pública de partidos y dirigentes políticos.9
El hecho
de que Televisa fuera la única voz en materia informativa cambió algo por el
surgimiento de nuevas alternativas como Multivisión, empresa de televisión
restringida o por suscripción. Otro elemento que conformó una televisión de
carácter eminentemente privado fue la venta de Imevisión (entonces en manos
gubernamentales) en 1993 y su transformación en Televisión Azteca. Han
aparecido medios nuevos como CNI Canal 40 que permiten a los televidentes
contar con otra opción informativa; el noticiario Enlace del Canal 11
del Instituto Politécnico Nacional que presenta una alternativa informativa a
visiones unilaterales.
En
resumen, el nivel que guarda la libertad de expresión es aún insatisfactorio.
La existencia de medios objetivos, veraces y plurales no se ha generalizado en
el conjunto de los medios de comunicación. Si bien se respeta formalmente la
libertad de expresión, se siguen presentado casos de presiones gubernamentales
que limitan este derecho. Otro aspecto que incide es el hecho de que año con
año se incrementa el número de periodistas asesinados por sus actividades en
pro de la libertad de expresión, en diversas partes de la República. El caso
más notable de un periodista muerto a consecuencia de su labor fue el de Manuel
Buendía en 1984.
Nos
encontramos en una etapa en la cual, las viejas prácticas que limitan la
libertad de expresión no ceden su lugar a otras en las que se aliente y se
consolide como un bien social. No existe una causalidad mecánica en el avance
de un proceso de democratización y la transformación de los medios de
comunicación hacia una mayor vigencia de la libertad de expresión. Aún falta
terreno por avanzar en este sentido.
Derecho
a la información y educación ciudadana
El
panorama esbozado se desprende que ni los medios de comunicación ni el Estado
por sí mismos han contribuido a mejorar la educación cívica en México; esto se
explica por el tipo de relación entre los medios de comunicación y el Estado ya
descrita, así como por el hecho de que la sociedad mexicana, a pesar de su
actitud activa en ciertos momentos,
se
encuentra desarticulada, mayoritariamente inmovilizada, pasmada casi por la
desinformación, por sus todavía escasas tradiciones cívicas, la desesperadamente
insuficiente cultura política, el autoritarismo estatal y las imposiciones
ideológicas de grupos privados.10
Recientemente
se han observado avances en los medios de comunicación debido a que se han
creado instancias cuyos esfuerzos han impulsado la educación cívica y la
vigencia del derecho a la información. En este proceso jugaron un papel
relevante los Organismos No Gubernamentales (ONG), surgidos en la década de los
ochenta para abordar problemas particulares relacionados con los derechos humanos
y aquellas áreas que el gobierno o los partidos políticos habían dejado de
satisfacer o atender.
Por lo
que se refiere a los derechos políticos, en el caso de la participación
ciudadana, diversos organismos confluyeron para alentar y reforzar un proceso
educativo encaminado al desarrollo y consolidación de la democracia; uno de
esos grupos fue Alianza Cívica, conformada en 1994 con el objetivo de realizar
una observación integral del proceso electoral. En este aspecto, la Academia
Mexicana de Derechos Humanos (AMDH) desarrolló desde 1992 una metodología para
realizar análisis de contenido electoral de medios de comunicación, puesta a
prueba en las elecciones federales de 1994.11
Esta
experiencia es un buen ejemplo de vinculación entre medios de comunicación y
educación ciudadana para demostrar que una de las posibles alternativas de que
dispone la ciudadanía para influir y participar en los medios de comunicación e
información es la fiscalización y vigilancia de los mismos.
A
principios de 1994 el proceso de democratización política todavía no se
expresaba en una nueva manera de informar a los televidentes; así lo confirmaba
la cobertura del conflicto en Chiapas a principios de año: Televisa y
Televisión Azteca mantenían una línea informativa basada en proporcionar de
manera predominante el punto de vista gubernamental en diversos temas, así como
las actividades del presidente y sus funcionarios. El noticiario 24 Horas
reflejaba una considerable falta de objetividad y veracidad en la cobertura de
temas relevantes para la sociedad. Así se presentaba un desfase entre las
grandes empresas de televisión y el proceso democrático del país.
La AMDH
realizó desde principios de 1994 una serie de estudios de análisis de contenido
electoral de los noticiarios 24 Horas de Televisa y Hechos de
Televisión Azteca; a través de estos estudios se llegó a una serie de
conclusiones que confirmaron la idea de que los medios de comunicación
tendieron a dar mayor y mejor cobertura a las actividades electorales del
partido en el gobierno en detrimento del resto de los partidos de oposición.
Si
revisamos algunos resultados del análisis de cobertura electoral de 24 Horas
y Hechos, encontramos que entre enero y agosto de 1994 los candidatos
presidenciales del PRI, Luis Donaldo Colosio y Ernesto Zedillo Ponce de León,
registraron en total 13 horas 54 minutos. Diego Fernández de Cevallos y
Cuauhtémoc Cárdenas, candidatos de los partidos Acción Nacional (PAN) y
de la Revolución Democrática (PRD), respectivamente, obtuvieron, el primero,
cinco horas 32 minutos y, el segundo, cinco horas 29 minutos. Esto significó
una diferencia de casi dos a uno entre los candidatos del PRI y los aspirantes
del PAN y del PRD. Al comparar el tiempo de los abanderados del PRI con los
postulados por otros partidos encontramos que la desproporción se hace mayor.
Si vemos
los resultados observados en otros noticiarios de televisión monitoreados entre
el 18 de julio y el 19 de agosto de 1994 encontramos que Al despertar de
Televisa fue un noticiario equitativo en términos de tiempo, debido a que
otorgó 56 minutos a Zedillo y 54 minutos a Cárdenas. En este mismo sentido se
encuentra Para usted de Multivisión que dio al candidato del PRI una
hora 27 minutos por una hora seis minutos del candidato del PRD. Por el contrario,
Muchas Noticias también de Televisa, importante por su transmisión a
nivel nacional a través de canales locales de las ciudades más importantes en
el país, concedió a Zedillo 46 minutos frente a sólo 17 minutos destinados a
Cárdenas y 15 minutos a Fernández de Cevallos. Finalmente, el noticiario Enlace
del Canal 11 del Instituto Politécnico Nacional dedicó mucho tiempo a Zedillo,
si bien, en el tratamiento de su información fue más objetivo.12
El
tiempo de cobertura es uno de los aspectos a ser considerados para evaluar un
noticiario. Existen otros criterios que permiten complementar nuestro criterio
como los siguientes: tiempo efectivo de voz e imagen que le dispensan a un
candidato para que de viva voz exponga sus ideas; número de veces que un candidato
aparece en la presentación del noticiario, equivalente por su importancia a las
ocho columnas de un periódico; o bien, el tipo de juicios emitidos por el
locutor o el reportero o el tipo de citas utilizadas por los reporteros en las
notas informativas. A partir de los resultados obtenidos, se infiere que los
candidatos del PRI a diferentes puestos recibieron el mejor tratamiento en cada
uno de estos aspectos, afirmación válida también para noticiarios de radio y
medios impresos en el país.13
No
obstante que el tipo de cobertura que tuvo el PRI en 1994 significó una mejoría
respecto a las elecciones presidenciales de 1988,14 persiste en los
medios de comunicación del país un patrón sistemático de comportamiento de
apoyo al PRI en detrimento de los partidos de oposición. Esto se ha documentado
en sucesivos estudios de análisis de contenido realizados por Alianza Cívica en
diversos estados.15
¿Qué
puede hacer la ciudadanía?
La
relación de los medios de comunicación con el Estado ha sido perjudicial para
la sociedad mexicana porque ha distorsionado la manera en que los ciudadanos
percibimos la realidad del país, y ha afectado la posibilidad de normar nuestro
criterio y asumir una postura crítica ante los acontecimientos.
El
Estado mexicano todavía no ha renunciado a vigilar que el comportamiento de los
medios se ajuste a sus intereses, ni los medios han adoptado una posición
plenamente independiente. Si bien existe un mayor número de medios de
comunicación que gozan de relativa independencia del gobierno, en conjunto, los
medios no han cumplido con su responsabilidad social al olvidar que existen
aspectos éticos en la información transmitida que no deben de estar
subordinados a sus intereses empresariales. Estas situaciones explican que los
medios no hayan cumplido su función de educar cívicamente.
Como se
apreció en el proceso electoral de 1994, los medios de comunicación, si bien
ejercieron su libertad de expresión, no proporcionaron a los ciudadanos
información objetiva sobre las campañas; los medios no respetaron el derecho a
la información porque no presentaron de manera equilibrada y objetiva las
diferentes opciones políticas que competían, aspecto que no contribuyó a crear
condiciones de equidad en el proceso electoral democrático.
Las
conclusiones anteriores nos remiten a la conveniencia de vigilar los medios de
comunicación a fin de influir en su comportamiento; los ciudadanos debemos
tomar conciencia del papel que juegan los medios de comunicación en el proceso
de educación para una sociedad democrática, así como de la posibilidad de
actuar para la conciliación de libertad de expresión y derecho a la
información. El papel de los ciudadanos es vital para alentar el surgimiento de
una cultura cívica. La sociedad puede contribuir a que los medios ejerzan un periodismo
acorde con la democracia mediante la realización de un análisis crítico del
contenido informativo de los medios de comunicación.
Para que
los medios de comunicación desempeñen el papel que les corresponde en la
educación ciudadana se requiere que ejerzan su propia libertad de expresión. Si
los medios de comunicación ejercen realmente su libertad de expresión
contribuirán a la educación ciudadana y la vigencia del derecho a la
información. Otro aspecto a tener en cuenta es que los medios no crearon ni
llevaron a la práctica códigos éticos que normaran la conducta de los
profesionales dedicados a la tarea periodística ni a las relaciones del medio
con el gobierno. Aunque en este terreno algo se ha avanzado, y hay medios que
ya cuentan con este tipo de instrumentos, falta mucho por hacer. La práctica y
la ampliación de una ética periodística permitirá mejores medios de
comunicación.
Aún
falta avanzar para lograr la vigencia de la libertad de expresión y del derecho
a la información. Queda mucho por hacer en materia de medios de comunicación y
educación ciudadana, a pesar de las acciones realizadas por la sociedad.
Ante las
nuevas circunstancias del país, es necesario que se practique un nuevo
periodismo que aliente la democracia y un nuevo ejercicio del poder político.
Se dice
con frecuencia que comunicación es poder. Pero comunicación, entendida
en un sentido más preciso, como un proceso de ida y vuelta, donde no hay
emisión completa sin participación del receptor, donde no hay mensajes sin retroalimentación,
destinatarios activos, significa participación. Es decir, poder socializado. Y
en este sentido, comunicación es democracia.16
En esta
misma línea, Trejo Delarbre afirma que la sociedad mexicana tiene por delante
la necesidad de organizarse y de disponer de cauces permanentes para
manifestarse y desarrollarse, los cuales permitan utilizar esa "capacidad
potencial, pero hasta ahora esporádica para movilizarse".17
Sólo en esa medida, la ciudadanía podrá participar e influir en los medios de
comunicación. En este punto, la sociedad organizada y consciente de su
ciudadanía tiene mucho que aportar y que proponer.
______
Notas:
1
Arredondo Ramírez, Vicente, Hacia una nueva cultura ciudadana en México.
Elementos para transformar a la sociedad mexicana. Universidad
Iberoamericana, Fondo para la Asistencia, Promoción y Desarrollo y Foro de
Apoyo Mutuo, México, 1996, p. 8.
2 Ibid.,
p. 46.
3
Rabasa, Emilio O. y Gloria Caballero, Mexicano: ésta es tu Constitución. Texto
vigente 1995, con el comentario a cada artículo. LVI Legislatura, Cámara de
Diputados-Miguel Angel Porrúa, México, 1995, pp. 52-53.
4 Ibid.,
p. 53.
5 Trejo
Delarbre, Raúl, La sociedad ausente. Comunicación, democracia y modernidad.
Cal y Arena, México, 1992, pp. 9 y 17.
6 Vanden Euden, Jon y Everette E. Dennise, Changing
Patterns. Latin America's Vital Media. A Report of the Freedom Forum Media
Studies Center at Columbia University in the City of New York. FFMSC, New
York, 1995, p. 23.
7
Rodríguez Castañeda, Rafael, Prensa vendida. Los periodistas y los
presidentes: 40 años de relaciones. Grijalbo, México, 1993, p. 115.
8 Trejo
Delarbre, Raúl, op. cit, p. 61.
9 Ibid., pp. 41-42.
10 Ibid., p. 172.
11
Acosta Valverde, Miguel y Luz Paula Parra Rosales, Los procesos electorales
en los medios de comunicación. Guía para el análisis de contenido electoral en
México. AMDH-Universidad Iberoamericana, México, 1995.
12
Acosta Valverde, Miguel, Manuel Martínez Torres y Luz Paula Parra Rosales, La
experiencia del análisis de contenido electoral de medios de comunicación
mexicanos en las elecciones federales de 1994. AMDH, México, 1995.
13
Acosta Valverde, Miguel, Manuel Martínez Torres y Luz Paula Parra Rosales, Las
elecciones de 1994 en México vistas por los medios de comunicación (18 de julio
al 21 de agosto de 1994). AMDH, México, 1995.
14
Arredondo Ramírez, Pablo, G. Fregoso Peralta, y R. Trejo Delarbre, op. cit.
15 Hasta
la fecha se han realizado estudios de análisis de contenido electoral en los
estados de Michoacán y Tamaulipas (1992); San Luis Potosí, México y Yucatán
(1993); 65 medios de 19 estados y Tabasco (1994); Yucatán, Baja California,
Guanajuato, Michoacán, Puebla y Oaxaca (1995), así como Baja California Sur,
Coahuila y Estado de México (1996).
16 Trejo
Delarbre, Raúl, op. cit, p. 83.
17 Ibid.,
p. 172.
* Miguel
Acosta es coordinador del área de Derecho a la Informacion y del
Programa de Protección a Periodistas de la Academia Mexicana de Derechos
Humanos, A.C. Este texto es parte de la Colección Derechos Políticos, publicado
por la AMDH en 1994.
Tomado
de Sala de Prensa (web para profesionales de la comunicación iberoamericanos),
Año II, Volumen 2, No. 12, octubre de 1999 (http://www.saladeprensa.org), con
autorización expresa de su director, Gerardo Albarrán de Alba.